Dos semanas más tarde, el plancha pantalones mágico estaba instalado. Fuera, en un letrero colgante, los nombres de Marx y de Jefferson se balanceaban orgullosamente. En la actualidad, estos nombres representan teorías políticas tan distanciadas como la mayor parte de los matrimonios; pero para aquellos Marx y Jefferson concretos sólo significaban la fama y la fortuna
Cuando una mujer te plancha la solapa con la mano ya estás perdido.
Si el boli y yo juntamos en un folio y nos lo hacemos, no nos llamen a casa, no abriremos. Llevamos bonita relacion, puesto que el me conduce al orgasmo y yo le conduzco a la perversion
Así como en la pluma y en la tinta el alto con el bajo estilo existe, en folio o mármol, rica o vil se viste la forma, según quien la talla o pinta.
No existe vértigo mayor que el que produce una cuartilla de papel blanco. Aquellos pentagramas dispuestos a que los rellenemos con notas tienen cierto semblante burlón que produce, cuando menos, respeto.
No quiero nada para mí, todo lo quiero para Vizcaya (Bizkaia); ahora mismo, y no una sino cien veces, daría mi cuello a la cuchilla sin pretender ni la memoria de mi nombre si supiese que con ello habría de revivir mi Patria.
Es imposible afinar un lápiz con una cuchilla desafilada. Es igualmente inútil tratar de hacerlo con diez.
Las crisis obligan un poco a lo que es una de las partes más sensibles de la sociedad, los que son los artistas justamente, a pensar y a pensarse, a pensar su país, a pensar su papel y su rol en todo esto, las transformaciones del mundo y todas estas cosas.
El soporte no tiene ninguna importancia, el papel que hay debajo de las palabras no importa.
La memoria opera como la placa de una cámara oscura, que concentra todo y da una imagen mucho más bella que el original.
Un electrón no es más (ni menos) hipotético que una estrella. Hoy en día, contamos los electrones de uno en uno con un contador Geiger, como contamos las estrellas de una en una en una placa fotográfica.
Del corazón no se arranca nada, el corazón no es de papel y, en él, la vida no está escrita con tinta, no se puede romper en trozos, no se pueden borrar largos años que se han impreso en el cerebro, en el alma.
Nunca la persona llega a tal grado de perfección como cuando rellena un impreso de solicitud de trabajo.