Me preguntará por que sigo entonces en la revolución. La revolución es el huracán, y el hombre que se entrega a ella ya no es el hombre, es la miserable hoja seca arrebatada por el vendaval.
¡Oh! Te has ido, te has ido, amada, en una tarde de invierno y mi corazón es una flor marchita hoja de un poema viejo hace tiempo arrugada echada al cesto o debajo de la mesa.
Dos semanas más tarde, el plancha pantalones mágico estaba instalado. Fuera, en un letrero colgante, los nombres de Marx y de Jefferson se balanceaban orgullosamente. En la actualidad, estos nombres representan teorías políticas tan distanciadas como la mayor parte de los matrimonios; pero para aquellos Marx y Jefferson concretos sólo significaban la fama y la fortuna
Cuando una mujer te plancha la solapa con la mano ya estás perdido.
Toda obra de caridad auténtica es entonces una manifestación concreta del amor de Dios por los hombres y así se convierte en anuncio del Evangelio.
Te permito cualquier desliz absurdo, la humillación, los morbos, las manías, que te gusten las chicas del anuncio de medias, o que quieras ser mi amante después de haber dejado de quererme. Yo lo soportaría todo, excepto la ingratitud que nace del olvido.
¡Robar a los ricos para hacer ricos a los pobres! Y los pobres le forjan una leyenda que el tiempo se encargará de embellecer para que viva de generación en generación.
Fueron reales, pero de tanto contarlos se hicieron leyenda. O al revés: fueron leyenda y de tanto contarlos se volvieron verdad. Es lo de menos.
En cinco años, me encantaría ser cabeza de cartel de mi propio Tour y estar en la carretera con 20 camiones y tener cambios de vestuario y magníficos vestidos y trucos pirotécnicos y de agua. Yo sólo quiero entretener a la gente de verdad
Quítate el cartel y apuesto a que antes de seis meses... ¿Qué cartel? Ese que llevas en la cara: Soy viuda para siempre, no existo para la vida y para el casamiento. Decídete, vuelve a reír, a ser igual a todo el mundo y te juro que en menos de seis meses...
No todos los deseos conducen a la libertad, pero la libertad es la experiencia de un deseo que se reconoce, se asume y se busca. El deseo no implica nunca la mera posesión de algo, sino la transformación de ese algo. El deseo es una demanda: la exigencia de lo eterno, ahora. La libertad no constituye el cumplimiento de ese deseo, sino el reconocimiento de su suprema importancia.
El genio necesita la existencia de los mediocres e idiotas, porque estos son los que utilizan las obras de este dándole así su reconocimiento como genio.
La experiencia es el mejor de los maestros, sólo que la matrícula es muy pesada.
No es el poder lo que salva sino el amor. Éste es el distintivo de Dios: él mismo es amor. El mundo es redimido por la paciencia de Dios; Y destruido por la impaciencia de los hombres.
Lo que es distintivo en el hombre es la posibilidad de hundirse hasta el nivel de las bestias. Con todo, tiene también la posibilidad de llevar a alturas nuevas y sin precedente esa unidad de la sensibilidad y del impulso, del cerebro, el ojo y el oído, que ejemplifica la vida animal, saturándola con los significados conscientes que se derivan de la comunicación y la expresión deliberada.
Cuando una mujer te plancha la solapa con la mano ya estás perdido.
Dos semanas más tarde, el plancha pantalones mágico estaba instalado. Fuera, en un letrero colgante, los nombres de Marx y de Jefferson se balanceaban orgullosamente. En la actualidad, estos nombres representan teorías políticas tan distanciadas como la mayor parte de los matrimonios; pero para aquellos Marx y Jefferson concretos sólo significaban la fama y la fortuna
La fuerza motora de la crisis -sostiene- es el impulso hacia la libertad, la fuga recíproca del capital y del antitrabajo, la repulsión mutua del capital y de la humanidad. El primer momento de la revolución es puramente negativo
La idea de que las crisis poseen tanto un aspecto negativo como otro positivo, la expresa muy bien la palabra con la que la designan los chinos, wei-chi. La primera parte de la palabra significa cuidado, peligro. La segunda parte, sin embargo, tiene una connotación muy distinta; significa oportunidad de cambio.
La ficha del retiro me cayó después del partido que le ganamos a River. Ahí me di cuenta que se estaba terminando mi carrera.
Es imposible afinar un lápiz con una cuchilla desafilada. Es igualmente inútil tratar de hacerlo con diez.
No quiero nada para mí, todo lo quiero para Vizcaya (Bizkaia); ahora mismo, y no una sino cien veces, daría mi cuello a la cuchilla sin pretender ni la memoria de mi nombre si supiese que con ello habría de revivir mi Patria.