Yo no quería un montón de caras bonitas al lado mía encima del escenario, quería una banda con sus instrumentos musicales y sus tatuajes en los brazos.
Si quiero sacudirte con la flecha de mi amor, te tengo que dar duro como el palo en el tambor; que grite la guitarra su alarido de placer y el bajo que penetre tus oídos con la furia de mi tren, loco tren, la banda es una máquina cargada con la furia de mi tren.
Si la naturaleza hubiera fijado una sola regla para la calidad de los miembros, las fisonomías de todos los hombres serían semejantes, y no sería posible distinguirlas unas de otras; pero ella ha variado de tal modo las cinco partes del rostro que, aunque haya establecido una regla general para la proporción, no ha seguido ninguna para la calidad; de manera que es fácil reconocer cada semblante.
La tradición de los oprimidos nos enseña que la regla es el estado de excepción en el que vivimos.
El paisaje se aclara, el sol asoma en una faja escarlata sobre la diafanidad del cielo.
El Sur está cansado de arrastrar muertos a la orilla de las ciénagas de malaria, está cansado de soledad, cansado de cadenas, está cansado en su boca de las blasfemias de todas las razas que han gritado muerte con el eco de sus pozos, que han bebido la sangre de su corazón.
Hay una separación muy fina entre estar pescando y estar de pie en la orilla con pinta de imbécil.
A mí no me tumba nadie. Derrotar a Chávez es como tragarse un crisol de aluminio o una barra candente de acero. Ni muerto me sacan de Miraflores
Ése es un paisaje hermoso pensó la hormiga ante una barra grande de pan poco antes de que el cielo se desplomara sobre su cabeza disfrazado de la edición dominical del New York Times.
Yo inicie la banda. Yo la disolví. Es así de sencillo. Mi vida con Los Beatles se había convertido en una trampa, en una cinta continua.. Cuando finalmente tuve las agallas de decirle a los otros tres que, entre comillas, quería el divorcio, comprendieron que lo decía en serio; a diferencia de las anteriores amenazas de Ringo y George de marcharse.
Que yo también comparto los mismos miedos, también busco una cinta para atar el tiempo. También arrastro conmigo una cadena de sueños.
Una cabeza sin memoria es como una fortaleza sin guarnición
Para saborear todo cuanto ofrece de delicioso un paseo por la orilla del arroyo, es preciso que el derecho de la pereza haya sido vencido con el trabajo y que el espíritu cansado tenga necesidad de adquirir nuevo aliento contemplando la naturaleza.
No mires. Te lo ruego, aparta la mirada mientras rompe la superficie, mientras sube desde el foso, se yergue sobre la orilla mojada y oscura, levanta los brazos y respira profundamente: recuerda qué es respirar, amar, desear