¿Le doy miedo a la gente? A lo mejor un poco. La otra semana, tenía problemas con mi novia y me senté en frente del armario y empecé a darle golpes con la cabeza hasta que empecé a ver borroso.
No me cabe en la cabeza que un hombre de verdad no sólo se resigne a gozar más que de esta vida, sino que renuncie a la otra, y hasta la rechace
La justicia estaba de su parte, y tenía que estar dispuesto a luchar contra el mal en cualquier momento, de cualquier modo y en cualquier lugar. Había presionado enormemente para que el juicio se celebrara con celeridad, porque tenía razón y conseguiría una condena. ¡Los Estados Unidos de Norteamérica vencerían! Y Roy Foltrigg les brindaría la victoria
Ni lo uno ni lo otro. Toda la obra de Costa está impregnada de un verdadero culto a la libertad. Y esto es a mi juicio más auténticamente representativo de la personalidad de Costa que unas cuantas frases pronunciadas o escritas las más de las veces a propósito de temas de los que provocaban con mayor agudeza su falta de ponderación y mesura, no tanto en las ideas como en las palabras.
El pensamiento bien consiste o en conocer la verdad o en dirigir al entendimiento por el camino que conduce a ella.
Sí, sin vacilaciones ni reservas mentales ni de ningún orden, a las autonomías (..) Pero no, claramente no, a un entendimiento ligero de las autonomías como disolución de una patria común forjada por la historia.
Un inversionista pierde la capacidad de raciocinio cuando gana los primeros diez mil dólares. A partir de entonces se convierte en un pelele fácilmente manipulable
Mientras sea factible la razón humana, y el hombre sea libre de ejercerla, se formarán distintas opiniones. Mientras siga existiendo un vínculo entre su raciocinio y el amor que siente hacia sí mismo, sus opiniones y pasiones se influirán recíprocamente, y las primeras serán objeto del apego de las segundas.
La costumbre disminuye la admiración, y una mediana novedad suele vencer a la mayor eminencia envejecida.
Porque un jefe necesita de una buena jefa
Pero de todos modos, y como decía Monsieur Masseras, redactor en jefe del periódico publicado en México en francés, L'Ere Nouvelle, esa desafortunada nación no esperaba sino una sola cosa: un gobierno de orden, de organización y prosperidad, tres palabras, agregaba el periodista, que referidas a México, terreno proverbial de revoluciones y contrarrevoluciones, resultaban por demás irónicas.
Todo mi papel de crítico, pues, es el de estudiar de dónde venimos y en dónde estamos. Cuando me arriesgo a prever adónde vamos, es una pura especulación por mi parte, una conclusión lógica. (...) Esta es mi tarea. Es ridículo otorgarme otra, plantarme sobre una roca, pontificando y profetizando, haciéndome cabecilla de una escuela, tuteándome con Dios.
La estupidez real siempre vence a la inteligencia artificial.
Sospechoso es que la inteligencia humana deba asertarse despreciando la del ordenador.
Y dale alegría, alegría a mi corazón y que se enciendan las luces de este amor. Y ya verás cómo se transforma el aire del lugar. Y ya verás que no necesitaremos nada más.
De la ruda labor del brazo vivimos todos, los ignorantes y los sabios. De la cómoda labor de éstos, vive el que puede. No llegan los frutos de su ciencia a la multitud ineducada y zafia; no llegan sus espléndidas luces al fondo del pozo minero, al antro industrial, a la covacha miserable del asalariado