El mal no es lo que entra en la boca del hombre, sino lo que sale de ella.
Si las piedras hablaran, yo les pediría a estos lugares que me hablasen del pasado, que me dijeran si es verdad que este cuerpo destrozaba las montañas, si este corazón enfermo, no cesaba de palpitar, y esta boca de reír. Si estos sentimientos no conocían el dolor, y si esta imagen no era un adorno para cada corazón. Una vez más, ¡Que Dios perdone al tiempo!
Quiero la idea que avanza hacia lo desconocido sin mirar atrás; la idea clavada en las entrañas del misterio, en el fondo del agujero donde sólo cabe una mano.
Sin tener qué decir, pero profundamente destrozado, mi espíritu vacío llora su desventura de ser un soplo negro para las rosas blancas, de ser un agujero por donde se destruye la risa del amor, cuyos dos labios son la mujer y el hombre.
No cabe, de otra parte, verdadera competencia entre las falsedades agradables, que halagan las pasiones populares, y las verdades desagradables, que en vano tratarán de combatirlas. Sobre este tema se pudieran escribir muchos capítulos, pero baste afirmar que la libertad del pensamiento tiene que conducir al triunfo de la falsedad y de la mentira.
En vano se echa la red ante los ojos de los que tienen alas.
Como Antístenes, filósofo cínico, tuviese la capa rota y la anduviese enseñando a todos, díjole Sócrates: Por la hendidura de tu capa conozco tu vanidad. Quiso dar a entender que peor era aquella presunción que tenía enseñando su capa rota, que si trajera una vestidura más rica.
Evitad las menudas superfluidades, porque por una rendija puede naufragar un navío
La confianza es como un espejo, se puede arreglar si está roto, pero aún puedes ver la grieta en ese reflejo hijo de puta
A la desgracia hay que enfrentarse con amor: él nos consolará y nos devolverá la alegría. El amor es el mejor remedio. En los pliegues del infortunio se esconde la felicidad, como el diamante en la grieta de la mina. Dejémonos instruir por la sabiduría del amor.
En el alma de un esclavo no puede hallarse el menor resquicio donde pueda albergarse la virtud, y que ningún hombre sensato puede fiarse nunca de ellos. El más sabio de los poetas (Homero) declara así, refiriéndose a Zeus, nos dice: al hombre que cae en esclavitud, Zeus le priva la mitad de su alma... Las Leyes. Libro VI.
Hay libros cuya belleza formal es tan apretada, tan concluida, tan severa, que nada nuestro puede insertarse en ellos. Su superficie compacta y lisa no nos ofrece resquicio alguno. Nos queda sólo la posibilidad de aquiescencia o de rechazo.
Debido a que todavía existe una brecha salarial significativa, las mujeres tienden a ganar menos que los hombres a lo largo de su vida. Para agravar el problema, las mujeres tienden a pasar menos tiempo en el trabajo de los hombres.
Hay que realizar ensayos, hay que emprender esfuerzos; algunos cuerpos tienen que caer en la brecha para que otros pasen sobre ellos.
Y al pie de una resquebrajadura enorme y suntuosa, como pórtico de vieja catedral, Demetrio Macías, con los ojos fijos para siempre, sigue apuntando con el cañón de su fusil.
Le quiero abrir un boquete al sistema político por donde yo quepa
Los vuelos espaciales tripulados son un logro asombroso. Pero hasta ahora esto nos ha abierto solo una pequeñísima puerta para ver los alcances imponentes del espacio. La vista que obtenemos a través de esta ranura de los vastos misterios del universo solo confirma nuestra creencia en su Creador.
La desgracia, al ligarse a mí, me enseñó poco a poco otra religión, distinta a la religión enseñada por los hombres.
La mujer no debe depender de la protección del hombre, sino ser enseñada para protegerse a sí misma.
El primer preámbulo es la historia.
El trabajo del pensamiento se parece a la perforación de un pozo: el agua es turbia al principio, mas luego se clarifica.
Abriéndose paso entre la multitud, una amapola en su mano.
La Gran Enfermera tiene tendencia a alterarse mucho cuando algo impide que su equipo funcione como una máquina bien aceitada, exacta, de precisión. Cualquier objeto desordenado o fuera de lugar o en medio del paso la convierte en un blanco hatillo de sardónica furia.
Cuando digo, 'salta de un puente de mierda o raja tus muñecas', no es lo que estoy tratando de decir. Es como tener la lengua en la mejilla.