Yo soy la Codicia, engendrada por un avaro en un viejo bolsón de cuero, y, de cumplirse mis deseos, haría que esta casa y cuantos en ella hay se convirtieran en oro para poder encerrarlos en mi buen cofre. ¡Oh, mi dulce oro!
Hada fiel que mi dicha con sus hechizos forja, es moneda en mi alforja y en mi ruleta es ficha.