Las reglas elementales de la cortesía son muy simples: alabar lo bueno de los otros, suprimir los reproches, dar importancia a los demás, y prestarles atención.
Hay poetas que al alabar la virtud la representan, sin embargo, como difícil y trabajosa y muy inferior al vicio en cuanto al deleite que éste proporciona
Hoy, que se queman las utopías en el sucio fogón de las vergüenzas, los dramaturgos, son sus signos en el aire, reivindican la última y más indispensable utopía: la de inventar sueños, la de celebrar ritos pánicos a la vida, la de levantar un espejo mágico para que la sociedad vea sus heridas y se ría de ellas.
Estamos dispuestos a celebrar conferencias, no solo para terminar con la carrera de armamentos, sino para reducirlos al máximo, hasta llegar al desarme completo y general
Por natural inclinación, todos nos mostramos más prestos a censurar los errores que a loar las cosas bien hechas
Los narradores de historias de las ciudades falsean de tal manera la vida, que la hacen aparecer dulce a los ojos de los perezosos, de los estúpidos y de los débiles, y eso sólo contribuye a reforzar sus flaquezas, sin enseñarles nada, ni hacerles el menor bien, ni engrandecer su corazón.
Disfruté de Pelé, de Maradona, y disfruto de Messi. Participar de comparaciones me parece que no tiene como objetivo engrandecer al elegido, sino empequeñecer al descartado. Los tres son admirables.
Hey, ella está bien. ¿Qué, es ilegal tener sentada a hombros a una chica bajita en un concierto de rock? ¿Dónde estoy, en la jodida casa de la abuela? Lo siguiente será que no se podrá beber, no se podrá aplaudir y no se podrá divertirse.
Nada más fácil que hacerse aplaudir por un canalla o la chusma.
Hablar de crisis es promoverla, y callar en la crisis es exaltar el conformismo. En vez de esto, trabajemos nuestro talento y nuestras habilidades para encontrar soluciones, acabemos de una sola vez con la única crisis amenazadora, que es la tragedia de no querer luchar por superarla.
Hasta hoy, la literatura exaltó la inmovilidad pensativa, el éxtasis y el sueño. Nosotros queremos exaltar el movimiento agresivo, el insomnio febril, el paso ligero, el salto mortal, la bofetada y el puñetazo.
La elocuencia es el arte de abultar las pequeñas cosas y disminuir las grandes.
Pasó un ministro del emperador y le dijo a Diógenes: ¡Ay, Diógenes! Si aprendieras a ser más sumiso y a adular más al emperador, no tendrías que comer tantas lentejas. Diógenes contestó: Si tú aprendieras a comer lentejas no tendrías que ser sumiso y adular tanto al emperador
Quien no sienta amor, deberá aprender a adular o no saldrá nunca a flote.
Por tanto, corresponde al Estado, es decir, sólo al soberano, aprobar o desaprobar los lugares y los materiales del comercio exterior.
La afición de los alemanes por lo impreciso en las artes proviene de su proclividad a la chapucería; pues quien hace chapuzas no puede aprobar el esmero, ya que si no él mismo no sería nada.
Hoy te quiero cantar más allá, más allá de donde ha de llegar la canción
¿A qué piensas, barquilla, pobre ya cuna de mi edad primera, que cisne te conduzco a esta ribera? A cantar dulce, y a morirme luego. si te perdona el fuego que mis huesos vinculan, en su orilla, tumba te bese el mar, vuelta la quilla.
Lo maravilloso de la guerra es que cada jefe de asesinos hace bendecir sus banderas e invocar solemnemente a Dios antes de lanzarse a exterminar a su prójimo.
Y gracias a él pude seguir viviendo y hasta bendecir la existencia, porque pude comprender que la bondad de uno es mucho más fuerte que la maldad de mil, porque el mal se acaba cuando muere el malo, pero el bien se transmite a otros espíritus y permanece aun después de la muerte del bueno.
Esto es, en última instancia, la pornografía... No hay nada más pornográfico que glorificar la guerra.
Queremos glorificar la guerra, única higiene del mundo, el militarismo, el patriotismo y el gesto destructor de los anarquistas, las bellas ideas que matan y el desprecio a la mujer.
Lo que sólo se debe a la violencia ¿puede acaso halagar el amor propio?
Un periódico no está hecho ya para ilustrar, sino para halagar las opiniones. Por ello, dentro de un tiempo, todos los periódicos serán viles, hipócritas, infames, mentirosos, asesinos; mataran las ideas, las filosofías y a los hombres, y florecerán por eso mismo.
Tenía que dedicarme solo al Talmud, pero yo repudiaba el Talmud, a pesar que era aún un niño-judío creyente (Judenkind). Quería satisfacer mi deseo de ser activo, de hacer algo, este deseo busco un campo para sí mismo, ninguno se le ofreció. No quería ser un don nadie – de ahí entonces me hice escritor.
¿Qué entiendes tú por ser rico? A mí me parece que es rico el que cuenta con los medios para satisfacer las exigencias de su imaginación.
Las pequeñas doctrinas humanas, que sólo tienden a enorgullecer y a magnificar a unos pocos, no deberían ser sustituidas por el credo redentor mundial de Cristo.