Por natural inclinación, todos nos mostramos más prestos a censurar los errores que a loar las cosas bien hechas
Pasó un ministro del emperador y le dijo a Diógenes: ¡Ay, Diógenes! Si aprendieras a ser más sumiso y a adular más al emperador, no tendrías que comer tantas lentejas. Diógenes contestó: Si tú aprendieras a comer lentejas no tendrías que ser sumiso y adular tanto al emperador
Quien no sienta amor, deberá aprender a adular o no saldrá nunca a flote.
¡Festejen uruguayos, los llamo a festejar el primero de noviembre!
Cuando das un paso más allá del sistema del mundo, lo único que haces es excitar un humor inquisitivo que no es posible satisfacer jamás.
Nos quedaban provisiones. Pero nunca se comía hasta satisfacer el hambre. Economizar era nuestro lema, economizar para el día siguiente. El día siguiente podía ser peor todavía.
No me resigno a contemplar impávida cómo la educación en España se deteriora por momentos. Y cómo las universidades españolas no figuran nunca entre las mejores de Europa y, mucho menos, entre las mejores del mundo
El panorama le dio seguridad. Era un campo dorado que poseía vida. Era la religión de la paz. Un campo que moriría, si sus tímidos ojos fueran obligados a contemplar la sangre. Imaginó a la naturaleza como una mujer que siente una honda aversión hacia la tragedia.