Mientras el poder, superficialmente fuerte e irresistible, es en realidad estéril, el amor, aunque auto negación, es siempre creativo, pues es la raíz de la existencia. El amor no necesita de ningún agente externo y todopoderoso para manifestarse. Amor es vida y vida es amor.
Si Mansell está atrás tuyo, tiene un buen auto y está motivado, ten por seguro que te va a pasar, por arriba de tu cabeza, pero te va a pasar
Para conservar la salud y cobrarla si se pierde, conviene alargar en todo y en todas maneras el uso del beber vino, por ser, con moderación, el mejor vehículo del alimento y la más eficaz medicina.
Es sorprendente que el hombre, el instigador, inventor y vehículo de todos estos acontecimientos, el autor de todas las sentencias y decisiones y la planificación del futuro, sea tan negligente.
(Ante la pregunta de un estudiante de la Universidad de Princeton, EE.UU., sobre qué haría Israel si Arafat reconociese al Estado de Israel): Hay un dicho en ídish que dice, si mi abuela hubiese tenido ruedas, hubiese sido una carroza
Osea, que para que un sodomita se suba a una carroza con un tanga y una gorra de las SS, si vamos a abrir el metro
Hay una catedral descendente y un lago ascendente. Hay un pequeño carruaje abandonado en el soto, o bien bajando a toda prisa por el sendero, adornado con cintas. Hay una compañía de cómicos ambulantes, vestidos para la representación, divisados en el camino por entre la linde del bosque. Hay siempre, en fin, cuando se tiene hambre y sed, alguien que llega y os echa de allí.
Lo que importa no es la casa de todos los días sino aquella oculta en un recodo de los sueños. Lo que importa no es el carruaje sino sus huellas descubiertas por azar en el barro.
Esclavos de ajenas pasiones y de su propia vanidad, sólo conciben la gloria en un carro triunfal arrastrado por adoradores. Prefieren una corona de cartón dorado, con tal que todos la tomen por oro buen a ley, a la inmortal corona del laurel sagrado que sólo resplandece en la obscuridad de la tumba.
El hombre es un auriga que conduce un carro tirado por dos briosos caballos: el placer y el deber. El arte del auriga consiste en templar la fogosidad del corcel negro (placer) y acompasarlo con el blanco (deber) para correr sin perder el equilibrio.
Sofía.- El cerdo no quiere morir por miedo a no ser cerdo, al caballo le asusta sobre todo el dejar de ser caballo.
Los animales, asombrados, pasaron su mirada del cerdo al hombre, y del hombre al cerdo; y nuevamente del cerdo al hombre; pero ya era imposible distinguir quién era uno y quién era otro.
De pie frente a la sonrisa en la cabeza de un chancho recién horneado. No seas menos generoso.
Para el puerco todo es porquería.