Aprendí a estar siempre agradecido a la gente; hoy lo estoy a quienes pierden conmigo su tiempo y su dinero...Se lo debo todo; a mí me produce pavor la sensación de defraudar a quienes confían en mi obra.
Alrededor todo cambiará. Se construirá otra vez la capital. Pero el pavor de los niños que fueron despertados jamás se ha de perdonar.
Una mirada de susto o de sorpresa de una de ustedes cuando yo hablaba duramente, me corregía como ningún reto podría hacerlo; el amor, el respeto y la confianza de mis niñas era la recompensa más dulce que pudieran recibir mis esfuerzos para ser la mujer que ellas debían imitar.
Un día de estos te doy un susto y te pido, seria y formalmente, que te cases conmigo. Ay, mi vida, un día el susto te lo doy yo a ti, y si me preguntas, te respondo que sí.
La ira nace del temor, y éste de un sentimiento de debilidad o inferioridad. Si usted posee coraje o determinación, tendrá cada menos temor y en consecuencia se sentirá menos frustrado y enojado.
Los libros son, de entre mis consejeros, los que más me agradan, porque ni el temor ni la ambición les impiden decirme lo que debo hacer.
El pavor que me causaba su solo contacto y me helaba la sangre en los primeros días, se esfumó. Empezaba ya a sentir vagos deseos...Un débil despertar se iniciaba, y sentía un hormigueo que subía por mis venas y recorría todo mi cuerpo, estremeciéndome y haciéndome enrojecer cuando ella me acariciaba, acunándome entre sus brazos, o cuando me declaraba, apasionadamente, su amor.
No te des por vencido, ni aún vencido; No te sientas esclavo, ni aún esclavo. Trémulo de pavor siéntete bravo. Y arremete feroz, ya malherido
Yo no quiero morir en tierra: me da un pánico terrible. A mí, que me encanta volar en avión y ver pasar las nubes, me gustaría que un día el aparato en el que viajo se perdiera y no volviera. Y que me hicieran un epitafio los ángeles. O el viento
La escritura es una forma de terapia, a veces me pregunto cómo hacen todos los que no escriben, componen o pintan para escapar de la locura, melancolía, el pánico y el miedo que es inherente a las situaciones humanas.
Recuerden... Que los verdaderos derechos se deben conquistar, que es necesario vencer los conservadores, rutinarios retrógrados, los temerosos de lo nuevo, los amantes del pasado, que es necesario vencer el temor de los políticos que ven con recelo esa incógnita que encierra el voto femenino (y tal vez sea éste el mayor obstáculo).
Los celos iracundos de algunas hembras significan, antes que el temor de perder un amante, el recelo de que se cierre un bolsillo
Y cuando durante todo ese tiempo se piensa que los demás van al placer sin deseo, se piensa en ¡cuánto darían ellos por sentir hasta el más leve escalofrío de fiebre, y que uno de ese temblor muere, que le consume a uno hasta el corazón!
Nosotros ya no volveremos a pintar el bosque o el caballo como nos gustan o nos parecen, sino como realmente son, como el bosque o el caballo sienten, su esencia absoluta que vive detrás de las apariencias que vemos. Yo intento sentir de modo panteísta el temblor y el bullir de la sangre en la naturaleza, en los árboles, en los animales, en el aire...
Me sentía desnudo en un extraño mundo. Experimenté lo que quizá experimenta un pájaro en el aire claro, cuando sabe que el gavilán vuela y quiere precipitarse sobre él. Mi pavor se tornaba frenético.
La muerte como final de tiempo que se vive sólo puede causar pavor a quien no sabe llenar el tiempo que le es dado a vivir.
Un día de estos te doy un susto y te pido, seria y formalmente, que te cases conmigo. Ay, mi vida, un día el susto te lo doy yo a ti, y si me preguntas, te respondo que sí.
Una mirada de susto o de sorpresa de una de ustedes cuando yo hablaba duramente, me corregía como ningún reto podría hacerlo; el amor, el respeto y la confianza de mis niñas era la recompensa más dulce que pudieran recibir mis esfuerzos para ser la mujer que ellas debían imitar.
El que sea capaz de quedarse con ganas ante un buen plato por temor a engordar, se quedará también con ganas ante todas las otras cosas agradables que hay en la vida
El miserable temor de ser sentimental es el más vil de todos los temores modernos; más vil aún que el terror que ha dado origen a la higiene.
Me asombro a mí mismo por la increíble manera en la que utilizo mi talento para ganar. Los que me seguían cuando era más joven sabían que tenía potencial, pero no creo que nadie pensara que llegaría a dominar así el juego
Si usted quiere saber de verdad en qué se basa la Tierra Media, le diré que en mi asombro y deleite ante la tierra tal como es, particularmente, la tierra natural.
No te des por vencido, ni aún vencido; No te sientas esclavo, ni aún esclavo. Trémulo de pavor siéntete bravo. Y arremete feroz, ya malherido
El pavor que me causaba su solo contacto y me helaba la sangre en los primeros días, se esfumó. Empezaba ya a sentir vagos deseos...Un débil despertar se iniciaba, y sentía un hormigueo que subía por mis venas y recorría todo mi cuerpo, estremeciéndome y haciéndome enrojecer cuando ella me acariciaba, acunándome entre sus brazos, o cuando me declaraba, apasionadamente, su amor.
De qué susto están hechos mis latidos en los momentos en que se escucha un gallo misterioso y el cielo es un azul de lactancia que conmueve.
Una mirada de susto o de sorpresa de una de ustedes cuando yo hablaba duramente, me corregía como ningún reto podría hacerlo; el amor, el respeto y la confianza de mis niñas era la recompensa más dulce que pudieran recibir mis esfuerzos para ser la mujer que ellas debían imitar.
La gente tiene más temor a la muerte que al dolor. Es extraño que teman a la muerte. La vida duele mucho más que la muerte. Cuando la muerte llega, el dolor termina
Todas las oposiciones de mente y cuerpo, de materia y alma, de espíritu y carne, tienen su origen fundamentalmente en el temor de lo que la vida nos puede deparar.
Tengo recelo del Gobierno y desconfío de los políticos; pero como es preciso tener un gobierno prefiero que sea democrático
Recuerden... Que los verdaderos derechos se deben conquistar, que es necesario vencer los conservadores, rutinarios retrógrados, los temerosos de lo nuevo, los amantes del pasado, que es necesario vencer el temor de los políticos que ven con recelo esa incógnita que encierra el voto femenino (y tal vez sea éste el mayor obstáculo).
El pavor que me causaba su solo contacto y me helaba la sangre en los primeros días, se esfumó. Empezaba ya a sentir vagos deseos...Un débil despertar se iniciaba, y sentía un hormigueo que subía por mis venas y recorría todo mi cuerpo, estremeciéndome y haciéndome enrojecer cuando ella me acariciaba, acunándome entre sus brazos, o cuando me declaraba, apasionadamente, su amor.
Estrechez de espíritu: en realidad no admito nada del otro, no comprendo nada. Todo lo que, del otro, no me concierne, me parece extraño, hostil; experimento entonces respecto de él una mezcla de pavor y de severidad: temo y repruebo al ser amado, desde el momento en que ya no pega con su imagen. Soy solamente liberal: un dogmático doliente, en cierta manera.
No puedo creer en la inmortalidad del alma... No, todo lo que se dice sobre la existencia después de la tumba está mal. Es sólo el producto de nuestra tenacidad hacia la vida... Nuestro deseo de seguir viviendo... Nuestro pavor de llegar a un final.
Alrededor todo cambiará. Se construirá otra vez la capital. Pero el pavor de los niños que fueron despertados jamás se ha de perdonar.
Una mirada de susto o de sorpresa de una de ustedes cuando yo hablaba duramente, me corregía como ningún reto podría hacerlo; el amor, el respeto y la confianza de mis niñas era la recompensa más dulce que pudieran recibir mis esfuerzos para ser la mujer que ellas debían imitar.
De qué susto están hechos mis latidos en los momentos en que se escucha un gallo misterioso y el cielo es un azul de lactancia que conmueve.