Las Navidades son la época en que los niños le dicen lo que quieren a Santa Claus y los adultos lo pagan. Los déficits son las épocas en que los adultos le dicen al Gobierno lo que quieren y los niños lo pagan.
Vivimos una época mala económicamente, pero muy buena en ese aspecto. Hay una cantera de actores muy potentes.
Nuestro papel es dar oportunidades a la gente, no quitárselas. Darle a cada persona la oportunidad de sacar lo mejor a la vida para sí mismo y para mejorar la vida de los demás. No dejemos que nos digan que no podemos alcanzar nuestras metas, que ellas son imposibles, trabajemos juntos. Creemos en la gente, confiamos en la gente.
Viejo puto mamón de las almorranas de su puta madre, le vi la mala fe desde el principio, en sus ojillos de mono pálido y aburrido, y me dije este cabrón no va a dejar pasar la oportunidad de escupirme, hijo de su chingada madre.
La guerra, con su luz de fusilería, nos ha abierto los ojos a todos: la idea de turno o juego político ha sido sustituida para siempre por la idea de exterminio o expulsión
Como todos, pierdo mucho más que lo que gano. Entonces esa identificación del ganador de turno con los valores es una trampa, una gran trampa.
Sus palabras sobre el ejercicio de la paciencia, y sobre el estar prontos a servir y ajenos a la ira, son éstas: a quien te golpee en una mejilla, preséntale la otra, y a quien quiera quitarte la túnica o el manto, no se lo impidas. Más quienquiera que se irrite, es reo del fuego.
Siempre es útil saber la verdad de una muerte, Y más útil todavía saber cómo mata la sociedad y cómo un hombre puede ser juez y reo al mismo tiempo.
Pero una cosa es el pensamiento, otra la acción y otra la n de la acción. No gira entre ellos la rueda de la causalidad.
Lo que pasa en nuestro tiempo es que el ser humano está perdiendo el control y está cargándose un sistema de equilibrios larga y cuidadosamente construido. El mundo se nos está yendo de las manos. La rueda gira cada vez más rápido y no tenemos el tiempo ni la serenidad para ver lo que estamos haciendo.
Allí se levantaría enseguida, para su ronda matinal: pisar la tierra húmeda todavía del relente nocturno, respirar aire recién nacido, ver ensancharse la aurora por el cielo, escuchar los pájaros... Allí sí, pero aquí...
Cuando reventamos a coro abrazando codos de pie, empujando hombro con hombro una ronda de gente que exorciza su timidez baila y pisa y pisan sus pies.