Resulta verdaderamente asombrosa la prontitud con que un chisme basta para distraer la atención de una conversación intelectual.
La prontitud devota de nuestro espíritu y crianza, la poca detención en el conocimiento de nuestra máquina corporal y la mucha miseria de nuestra filosofía, nos arroja a empujar hacia la banda de los milagros infinitos sucesos que tienen su derivación de la naturaleza solamente.
La rapidez con que se improvisa una concurrencia en redor de un asesinado, robado o derribado, evidencia el esfuerzo de amor propio con que la población quisiera demostrarse superior en ligereza de piernas a la víctima.
En la era industrial el cambio era más lento. Aquello que usted aprendió en la escuela era valioso por un periodo más largo. En la era de la información, lo que usted aprende se vuelve obsoleto muy rápidamente. Lo que usted aprendió es importante, pero no tanto la rapidez con la que puede usted aprender, cambiar y adaptarse a la nueva información.
Hay un dato que no podemos obviar, que es que el 45 por ciento de los detenidos este año en Madrid son extranjeros. Eso no quiere decir nada, simplemente que son extranjeros y que debemos darle la máxima celeridad posible a los procedimientos de expulsión para evitar casos con el del moldavo
Hay una inconstancia que proviene de la ligereza del espíritu o de su debilidad, que le hace acoger todas las opiniones ajenas, y hay otra, más excusable, que proviene del hastío de las cosas.
Lo peor no es cometer un error, sino tratar de justificarlo, en vez de aprovecharlo como aviso providencial de nuestra ligereza o ignorancia.
Somos prehistoria que tendrá el futuro, somos los anales remotos del hombre, estos años son el pasado del cielo, estos años son cierta agilidad con que el sol te dibuja en el porvenir, son la verdad o el fin, son Dios
El vuelo significa la alegría más alta, la agilidad más viva, la juventud más firme. En la pasión del vuelo truena la luz, y exalta alas con que batirme
Lo que a vosotros toca es que cada cual, dentro de su barco, guarde la ordenanza y sea muy obediente para hacer pronto lo que le fuere mandado, porque las más veces la ocasión de la victoria consiste en la presteza y diligencia en acometer cuando es tiempo.
El consejo que la presteza en la ejecución hace seguro, lo hace frecuentemente temerario la tardanza
También se tomó él el asunto con mucho celo colocando numerosas máquinas, piedras, dardos y catapultas. Hubo gritos y exhortaciones por ambas partes, ninguno quedó atrás en el ataque y el coraje, lanzando piedras, dardos y jabalinas, unos con las manos, otros con las máquinas y otros con hondas. Y se sirvieron con ardor de cualquier otro instrumento o recurso que tuvieran en sus manos.
La tierra es un bien irremplazable, un fluido feliz, un toque absorto. Como una tentación sin precedentes hecha a la vez de ardor y de renuncia. Una inmersión gustosa, un filtro lento.
Todo en mí se abre, se asombra; me late el corazón; una sobreabundancia de vida me sube a la garganta como un sollozo. Ya no sé nada; es una vehemencia sin recuerdos y sin arrugas.
La obstinación y la vehemencia en la opinión son las pruebas más seguras de estupidez.
Hay que enseñar a los bolivianos que no somos un absurdo de la geografía, porque eso nos conduce a la pereza. Digamos que tanta variedad y producción nos invita al trabajo y a la empresa. Que Bolivia no será un absurdo cuando sea un país de energía y de trabajo. Cuando la política sea una gran empresa histórica y no una gran empresa comercial.
Ustedes son la energía que necesita la República Dominicana para que siga avanzando en el camino del progreso.
El ardimiento juvenil en sus comienzos es fogoso, pero languidece fácilmente y no dura; es el humo de una fogata liviana.
Debemos vivir cada día con una suavidad, un vigor y una agudeza del reconocimiento que, a menudo, se pierden cuando el tiempo se dilata ante nosotros en un panorama constante de más días y meses y años por venir
La ciencia que es por naturaleza hipotética, se ha convertido en dogma, y como ha visto con agudeza Simone Weil, es el dogma de nuestro tiempo.
Los ingleses nos cubrirán de vergüenza con su puro sentido común y su buena voluntad; los franceses, con su ingeniosa perspicacia y su sentido práctico.
El que con perspicacia reconoce la limitación de sus facultades, está muy cerca de llegar a la perfección.
La vivacidad de su sentido del tiempo se había debilitado. Los días comenzaban a volar, a pesar de que cada uno de ellos se componía de esperas renovadas y sensaciones silenciosas y secretas... Sí, el tiempo es un singular enigma, una cuestión difícil de aclarar.
Las religiones son fundadas en el miedo de muchos y en la vivacidad de pocos.
... como obrero que soy, tengo entendido que el realismo literario, y más aún si se trata de realismo socialista, ese realismo no consiste en dar una visión fotográfica de la vida de los trabajadores, sino en que el autor, el escritor, el novelista, el narrador, ponga de sí su ideología, es decir, que sepa volcar en el trabajador su esperanza...
Todo el realismo Visceral era una carta de amor, el pavoneo demencial de un pájaro idiota a la luz de la luna, algo bastante vulgar y sin importancia.
Si no brillo yo brilla mi ausencia, no me odiáis a mi odiais a vuestra impotencia
Si una sociedad democrática muestra menos brillo que una aristocracia, también habrá menos miseria; los placeres serán menos escandaloso y el bienestar será compartido por todos; la ciencia tendrá menos desarrollo, pero abra menos ignorancia.
Yo me río de todo, hasta de lo que más me agrada. No existen cosas, hechos, sentimientos o personas por los que no haya pasado inocentemente mi bufonería, como un rodillo de hierro de esos para dar lustre las piezas de paño.
El oro que se adquiere sin trabajo no hace más que dar lustre a la miseria del que lo posee.
La vivacidad de su sentido del tiempo se había debilitado. Los días comenzaban a volar, a pesar de que cada uno de ellos se componía de esperas renovadas y sensaciones silenciosas y secretas... Sí, el tiempo es un singular enigma, una cuestión difícil de aclarar.
Las religiones son fundadas en el miedo de muchos y en la vivacidad de pocos.
El hombre ha fijado para sí mismo el objetivo de conquistar el mundo, pero en el proceso pierde su alma
Amor y admiración que brotaban de lo más profundo del ser, y se imbricaban en sus raíces primeras o, más aún, como si ambos no fueran más que uno sólo, unidos en el amor y la admiración a sí mismos. El hombre ya no era un ser lejano, inaccesible, encerrado, sino alguien muy próximo y cercano, como una parte de su alma y de su corazón. Un padre y un hijo, un solo espíritu.
El ha sido una gran influencia en mi carrera y la de la mayoría de directores de animación en todo el mundo.
En Hollywood piensan que la animación tradicional no funcionará más, que los ordenadores son la única opción. Olvidan que piensan así porque Pixar hace buenas películas. Entonces todos intentan copiar a Pixar. Se está confiando demasiado en la tecnología y nada en los artistas. El hecho de que Disney haya cerrado su división de animación tradicional me asusta.
El Amor...Por su ubicuidad, su fogosidad y el espectro innumerable de sus formas, esta extraña potencia ha intrigado y fascinado desde siempre a los maestros del pensamiento humano.
El hombre es un auriga que conduce un carro tirado por dos briosos caballos: el placer y el deber. El arte del auriga consiste en templar la fogosidad del corcel negro (placer) y acompasarlo con el blanco (deber) para correr sin perder el equilibrio.
El Opus Dei es la expresión de un catolicismo de cruzada, de lucha y de exterminio, de exaltación de la voluntad con fines belicistas.
El genio es la ignición del cariño no del intelecto, como se supone la exaltación de la devoción, y en proporción a nuestra capacidad para eso, es nuestra experiencia del genio.
Hay que repetirlo una y cien veces, camaradas: el tiempo apremia, el tiempo obra contra nosotros. Si este gobierno no es derrumbado rápidamente, a pesar del entusiasmo que demostramos en los actos públicos y de nuestra voluntad antifascista dispersa, el triunfo del fascismo en España será un hecho.
Había una elocuencia en el entusiasmo verdadero que no se ponía en duda.