Nada es tan obstinado como un elegante consenso
Si no se valora la inigualable capacidad de Kirchner, para hacer Caja, es literalmente imposible abordar la problemática del kirchnerismo. Negar aquella capacidad es, a esta altura, una tergiversación histórica. Un error conceptual. Para el obstinado que aún la niega, o la minimiza, lo recomendable es que se enrole, desde hoy, en Carta Abierta.
La meditación persistente sugiere siempre argumentos contra las decisiones; la profunda reflexión acaba a menudo en inercia.
Ningún enemigo puede permanecer durante tanto tiempo como el persistente adversario de las perturbaciones mentales, que carece de principio y de fin.
De cualquier forma, quien es suficientemente perseverante para transitar este camino, si es necio, llegará a ver claro; si es débil, llegará a ser fuerte.
La victoria en la guerra no depende completamente del número o del simple valor; sólo la destreza y la disciplina la asegurarán. Hallaremos que los romanos debieron la conquista del mundo a ninguna otra causa que el continuo entrenamiento militar, la exacta observancia de la disciplina en sus campamentos y el perseverante cultivo de las otras artes de la guerra.
¿Y si la hubiera juzgado con demasiada severidad? ¿Y si fuera su vida un simple rosario de horas, sencillo y extraño como la vida de un pájaro alegre a la mañana, inquieto por el día, cansado a la puesta del sol? ¿Y si fuera su corazón simple y voluntarioso como el de un pájaro?
Soy terco como una mula, y duro: No siento el dolor. No necesito armadura: tengo costra alrededor.
[Un científico tendrá] Temperamento enérgico dispuesto a resolver un problema; aplicación en las tareas y una fortaleza que lo mantiene erguido ante muchas cosas que podrán haberlo tumbado; y ante todo, perseverancia, un terco rechazo a desistir y a admitir la derrota.
Te regalaría las estrellas, pero te has empecinado en un par de zapatos.
Nuestra raza es resistente por su linaje.
Cuando tenía 5 años y vivía en Israel, había un niño mayor que yo y mucho más grande que se divertía molestándome. Un día lo esperé a la vuelta de la esquina, y sosteniendo una varilla, le di tan fuerte como pude a la altura de sus rodillas. Esa fue la última vez que se metió conmigo. Nunca dejes que nadie se meta contigo, jamás.
Ahora entiendo por qué algunos hombres no pueden evitar embarcarse dijo Anne. Ese deseo que nos viene a todos en algún momento, navegar más allá de los confines del ocaso, ha de ser muy fuerte cuando nace en alguien.
Fantasía constante quise para mis páginas, y ante lo difícil que es evitar la alucinación de realidad, mácula del arte, he creado el único personaje hasta hoy nacido cuya consistente fantasía es garantía de firme irrealidad en esta novela indegradable a real...
El psicoanálisis es aquella enfermedad mental consistente en creer que ella es su terapéutica.
Más allá de la conjunción constante de objetos similares y la consecuente inferencia del uno a partir del otro, no tenemos noción alguna de necesidad o conexión.
Como científico, adiestrado en los hábitos del pensamiento y el lenguaje del siglo XX más bien que del XVIII, no afirmo que la arquitectura del universo pruebe la existencia de Dios. Solo afirmo que la arquitectura del universo es consecuente con la hipótesis de que un elemento mental desempeña un papel esencial en su funcionamiento.
Dulce es al hombre en su penoso duelo, cuando el tormento pertinaz le aterra, decir burlando a la mezquina tierra: Allí es mi patria, y señalar el cielo.
Oh Walt, dime, Walt Whitman, si será el infinito exactamente el mismo que cuando caminabas por las playas de paumanok en ronda solitaria- y escuchaste el fantasma a través del oleaje, su gorjeo insistente desgranándose allá...Para ti los paisajes y esta raza de torres, de ti el tema esculpido en el cantil...
No acariciés jamás a vuestro marido en forma insistente sino cuando sintáis deseo de engañarlo.
Cumplid con vuestro deber y seréis dignos; defended vuestro derecho y seréis fuertes, y sacrificaos si fuere necesario, que después la patria se alzará satisfecha sobre un pedestal inconmovible y dejará caer sobre vuestra tumba un puñado de rosas
Tú eres la inconmovible y desdeñosa, aunque gentil y bella castellana; yo, el trovador que canta al pie del muro sin que se abra a su acento tu ventana.
La naturaleza nos ha dotado con un incansable deseo de ver la verdad en nuestras mentes.
El elemento dinámico en mi filosofía, en su conjunto, puede considerarse como una obstinada e incansable lucha contra el espíritu de abstracción.
La dudosa moralidad de la sentencia de que vale más malo conocido se aplica con harta frecuencia aquí. Quizá por eso se hable tanto de relevo generacional, de aporte de sangre joven y tanto otro infatigable lugar común, que por descontado, alude a una realidad que no se da
En Leningrado, cuando un viajero sale de la estación de Moscú y tuerce a la izquierda de la plaza que se abre delante, va a dar a la célebre avenida de Nievski, ensalzada por poetas y escritores rusos en sus obras. (...) En esa plaza, el viajero se retiene prolongadamente, extasiándose en contemplar los suntuosos edificios erigidos allí por el pueblo ruso, infatigable constructor.
El delito es un amo rígido e inflexible contra quien no se puede ser lo bastante fuerte, a menos que uno se rebele rotundamente.
La verdad contada de modo inflexible tendrá siempre sus lados escabrosos.
Pero el fuego de la tierra ha sido creado por Dios para beneficio del hombre, para mantener en él la centella de la vida y para ayudarle en las artes útiles, mientras que el fuego del infierno es de otra calidad y ha sido creado por Dios para torturar y castigar al impenitente pecador.
En el Tercer Mundo, hay que tener una de estas dos cosas, o tiempo, o dinero. Es un principio férreo del oficio de reportero.
El arte de narrar es el arte de la percepción errada y de la distorsión. El relato avanza siguiendo un plan férreo e incomprensible y recién al final surge en el horizonte la visión de una realidad desconocida: el final hace ver un sentido secreto que estaba cifrado y como ausente en la sucesión clara de los hechos.
De día estamos tan ocupados en nuestros pobres asuntos, que nos parece imposible que alguien, allá arriba, vigile nuestros pasos y, laborioso y metódico, planee la conquista del planeta Tierra. Sólo la noche es capaz, con su oscuridad y su silencio, de crear las condiciones para que los marcianos, los selenitas y demás seres que habitan el universo, tengan cabida en nuestra imaginación.
Nunca fui de esos novelistas que se sientan a la máquina de escribir y escriben en extenso. Lo mío fue, y sigue siendo, el dibujo laborioso de una escena, y al día siguiente otra, como los collages de Max Ernst o las cajas de Joseph Cornell.