Todo hombre aspira a mejorar sus condiciones de existencia con repetida terquedad. No importa que fracase una y muchas veces. Hay un veneno de esperanza, inagotable y recóndito que nace en algún rincón de la conciencia y fluye silenciosamente hasta invadirla con ancho cauce reparador.
Acaba uno por agotarse y siente que esa inagotable fantasía se agota con el esfuerzo constante por avivarla
En Leningrado, cuando un viajero sale de la estación de Moscú y tuerce a la izquierda de la plaza que se abre delante, va a dar a la célebre avenida de Nievski, ensalzada por poetas y escritores rusos en sus obras. (...) En esa plaza, el viajero se retiene prolongadamente, extasiándose en contemplar los suntuosos edificios erigidos allí por el pueblo ruso, infatigable constructor.
La dudosa moralidad de la sentencia de que vale más malo conocido se aplica con harta frecuencia aquí. Quizá por eso se hable tanto de relevo generacional, de aporte de sangre joven y tanto otro infatigable lugar común, que por descontado, alude a una realidad que no se da
La humanidad trabaja por horror al trabajo, por un afán tenaz y esperanzado de librarse de él.
La única actitud digna de un hombre superior es el persistir tenaz en una actividad que se reconoce inútil, el hábito de una disciplina que se sabe estéril, y el uso fijo de normas de pensamiento filosófico y metafísico cuya importancia se siente como nula.
Destino que se desplaza cumplido pero persistente hacia una calle en el fin del mundo.
No hay ninguna facultad del alma humana que sea tan persistente y universal como el odio.
Engels continuaba su razonamiento considerando este camino como necesario en un esfuerzo lento y perseverante para ganar a las ideas revolucionarias a la gran masa del pueblo, sin cuya intervención directa no era concebible la transformación completa de la organización social.
De cualquier forma, quien es suficientemente perseverante para transitar este camino, si es necio, llegará a ver claro; si es débil, llegará a ser fuerte.
Si no se valora la inigualable capacidad de Kirchner, para hacer Caja, es literalmente imposible abordar la problemática del kirchnerismo. Negar aquella capacidad es, a esta altura, una tergiversación histórica. Un error conceptual. Para el obstinado que aún la niega, o la minimiza, lo recomendable es que se enrole, desde hoy, en Carta Abierta.
Nada es tan obstinado como un elegante consenso
Nuestra raza es resistente por su linaje.