Esa rápida alternancia de broma y seriedad, de interés e indiferencia, de pesar y alegría parece ser un rasgo típico del carácter irlandés.
El último momento exultante que he vivido fue esta mañana, caminando a orillas del Sena. Quise gastarle una broma a un pescador. Le dije que no le iban a picar, pero no debió entenderme.