Mi sangre y mis orígenes son albaneses, pero soy de ciudadanía india. Soy monja católica. Por profesión, pertenezco al mundo entero. Por corazón, pertenezco por completo al Corazón de Jesús.
Estoy muy contenta de haberlo leído. Me encantó la historia de la monja que comía tan delicadamente con los dedos, que jamás se manchaba de grasa. Nunca he podido presumir de eso, así que empleo un tenedor.
España es una gran Nación que, en una convivencia sanamente abierta, plural y respetuosa, sabe y puede progresar sin renunciar a su alma profundamente religiosa y católica
El otro día, casualmente, una religiosa vasca que misiona en el Congo, me hizo un comentario que me pareció absolutamente aplicable a esta situación: que es una de las facultades más difíciles que tienen los seres humanos, pero que cuando la consiguen los pone en un estadío superior del comportamiento. Al recibir dolor, al recibir decepciones, recibir ofensas o adversidades, y en vez de actuar en consecuencia, y actuar defensivamente, y rechazar y expresar el disgusto, conservarlas dentro de uno mismo y neutralizarlas. Una persona que misiona en medio de un país en guerra, tiene esa facultad, o sea, todo lo que sea mal, dolor, entra en mí y no sale de mí
Mas, ¿será posible que un español entre en mi familia?, ¿será posible que mi única hermana venga a ser mujer de un maketo?... Si tal acontece, ¡juro por la sangre de mi raza que he de largarme al fin del mundo, para no ver más a quienes así y por un plato de lentejas, menosprecian a su raza y venden a su patria!.
Una lágrima dice más que cualquier palabra. La lágrima tiene un gran valor, es la hermana de la sonrisa.