En un terreno tan falso, en el que toda naturaleza, todo valor natural, toda realidad tenían en contra suya los instintos más hondos de la clase dominante creció el cristianismo una forma de enemistad moral, hasta ahora no recuperada, a la realidad.
¡En qué patéticos esclavos nos convertimos por el poder dominante de la gravedad sobre todas las cosas de la tierra! (...) Nuestro único consuelo es que no podemos solucionarlo. No es fallo nuestro: nos guste o no, tenemos que obedecer a la gravedad, nuestra tirana.
Para dominar, el dominador no tiene otro camino sino negar a las masas populares la praxis verdadera. Negarles el derecho de decir su palabra, de pensar correctamente.
¡Como si el hombre, Dios mío, no fuera el mismo en todas partes y siempre, tan inferior a los animales, pero siempre superior a la idea que se hacen de él los filósofos que creen comprenderlo!
En lo tocante a la ciencia, la autoridad de un millar no es superior al humilde razonamiento de una sola persona.
Los principios fundamentales de la anarquía son: la abolición del salario y la sustitución del actual sistema industrial y autoritario por el sistema de la libre cooperación universal, único que puede resolver el conflicto que se prepara. La sociedad actual sólo vive por medio de la fuerza. Si voy a ser ahorcado por mis ideas anarquistas mátenme.
¿Por qué habría de parecernos que contemplar como unos codiciosos empresarios salen enriquecidos del derrumbamiento de un Estado autoritario es mucho mejor que el propio autoritarismo?
Nada más doloroso a su vista, y a la de todos sus facciosos, que el ver marchas (con pasos majestuosos) esta legión de valientes patriotas, que acompañados con vosotros van á disipar sus ambiciosos proyectos: y á sacar a sus hermanos de la opresión en que gimen, bajo la tiranía de su despótico gobierno.
El gobierno despótico es un orden de cosas donde el superior es vil y el inferior está envilecido
Un régimen monetario aislaría la política monetaria del poder arbitrario de un pequeño grupo de hombres no sujetos al control de los electores, y de las presiones a corto plazo de la política partidista.
Ningún hombre puede delegar ningún derecho de dominio arbitrario sobre sí mismo; porque eso supondría esclavizarse. Llamar a un contrato así constitución o por otro nombre sonoro no altera su vaciedad y dislate
El amor es el déspota más orgulloso del mundo; o todo o nada.
Si los hombres emplean su libertad de tal manera que renuncian a ésta, ¿puede considerárseles por ello menos esclavos? Si el pueblo elige por un plebiscito a un déspota para gobernarlo, ¿sigue siendo libre por el hecho de que el despotismo ha sido su propia obra?
Pero para esta época, 1836 a 1839, yo había comenzado a ver, gradualmente, que el viejo testamento, desde su manifiesta falsa historia del mundo, con su Torre de Babel, el arcoíris de señal, etc., y desde atribuirle a dios los sentimientos de un tirano vengativo, no era más de confiar que los libros sagrados de los hindúes o las creencias de cualquier bárbaro.
Cuando al tirano se le puede llamar tirano el humor deja de ser necesario.
Una cortesana dijo a un mandarín: seré tuya si esperas cien noches bajo mi ventana. Y el mandarín esperó, hasta la nonagésimo novena noche, en que tomó el taburete y se fue.
Tal la exangüe cabeza, trunca y viva, de un mandarín decapitado, en una macábrica ficción, rodó la luna sobre el absurdo de la perspectiva...