El Leñador de hojalata sabía muy bien que no tenía corazón, razón por la cual se esforzaba más que todos por no ser cruel con nada ni con nadie. Ustedes los que poseen corazón tienen algo que los guía y no necesitan equivocarse manifestó; pero yo no lo tengo y por eso debo cuidarme mucho. Cuando Oz me dé un corazón, entonces ya no me preocuparé tanto.
¿Qué animal es ese que tanto quieres? -Es Toto, mi perro. ¿Es de hojalata o está relleno de paja? -Ninguna de las dos cosas. Es un...Un...Perro de carne y hueso. ¡Vaya! Es un animalito raro y, ahora que lo miro bien, bastante pequeño. Sólo a un cobarde como yo se le ocurriría morder a un animalito tan pequeño manifestó el León con acento apenado.
Los jesuitas nos vienen con la cantinela esa del reinado social de Jesucristo, y con ese criterio político quieren tratar los problemas políticos y los económico-sociales. El Cristo nada tiene que ver ni con el socialismo ni con la propiedad privada. dijo que su reino no era de este mundo.
Sólo tras haber desarrollado la perorata emocional que culmina con la palabra asombroso, por fin la fuerza de mis sentimientos había dejado de asombrarme lo suficiente para poder conciliar el sueño durante un par de horas...O algo parecido al sueño, pues, incluso semiinconsciente, me había convertido en una biografía en movimiento perpetuo, en memoria hasta el tuétano.
¿Cómo puede haber cansancio cuando está presente la pasión? Oh, no suspires con pesadez por la fatiga: ¡Busca la pasión, búscala, búscala!
Vivir cerca de personas cuya condición representa un reproche ético permanente es una fuente de incomodidad incluso para los ricos.
La miseria religiosa es, por una parte, la expresión de la miseria real y, por otra, la protesta contra la miseria real. La religión es el suspiro de la criatura agobiada, el estado alma de un mundo desalmado, porque es el espíritu de los estados de alma carentes de espíritu. La religión es el opio del pueblo
En los países capitalistas, de manera general, esos medios de comunicación son hoy el más peligroso opio del pueblo.
El que predica la guerra es un apóstol del demonio
El verdadero caballero es el que solo predica lo que practica.
Con lo que odio las aguas quietas, digo, me exaspera la gente sosegada: la que arrulla que te arrulla el sueño de que el tiempo pasado fue mejor; la que no dice, ¡ejem!, esta boca es mía, este país es mío; la gente que joroba por quitarnos el aire con sus quejas de hipocondría pura y que hoy, como siempre, se la encuentra sembrando una rosa y cortando un clavel.
¡No me mires más! Si quieres te daré mis ojos, que son frescos, y mis espaldas para que te compongas la joroba que tienes
El hígado es la víctima de la envidia. No pocas veces lo es también el corazón
Sus alcoholes te removían cualquier mancha en el alma. Tenías reacciones al primer sorbo: la boca tenía vida propia, un brazo se estiraba por sí mismo, el hígado te reclamaba a gritos en el oído, un ojo parpadeaba cinco veces seguida.
Dícese con poca propiedad que el aburrimiento es un mal común. Podrá ser común el estar desocupado u ocioso, pero no aburrido. El fastidio no cabe sino en aquellos que no tienen espíritu
No sientas fastidio por la condición humana, por lo poco que en adelante ella te dé. Bien parece que el estado de ser humano es el único en el que se aprende a pensar
Presidente – le gritaba el marqués desternillándose de risa -, sin duda esto es un designio de la providencia, es el talión, amigo mío, la ley del talión, la ley predilecta de vuestros tribunales, ¿por qué os quejáis de estar colgado así? ¿acaso no condenasteis a menudo al mismo suplicio a quienes no se lo merecian tanto como vos?
Representaos a un hombre cuyo cuerpo y alma estaban igualmente relajados por la voluptuosidad, y a quien amenazan los horrores de un suplicio cruelmente prolongado. Creí ya sentir los dolores de la tortura, y los cabellos se me erizaron; el estremecimiento del terror recorrió mis miembros; no obedecieron ya a mi voluntad, sino a súbitos impulsos convulsivos...