En la carrera de la imparcialidad siempre nos quedamos a medio camino.
Se puede hacer mucho con la diplomacia, pero desde luego se puede hacer mucho más si la diplomacia está respaldada por la imparcialidad y la fuerza.
Pocas personas son capaces de expresar con ecuanimidad opiniones que difieren de los prejuicios de su medio ambiente. La mayoría de las personas son aún incapaces de formar tales opiniones.
De nuevo empezaron los lamentos desgarradores, los típicos gritos hidro-cefálicos, a cuya impresión dolorosa sólo el médico es capaz de resistir, precisamente porque los reconoce como un fenómeno típico. Lo típico deja frío, sólo lo individual es capaz de trastornarnos. Así se explica la ecuanimidad de la conciencia ante el dolor.
Gandhi decía que el no violento no puede tratar con neutralidad a las partes de un conflicto violento: el agresor es el enemigo, el agredido es el amigo, aunque sea violento. Yo he intentado toda la vida luchar por la vía no violenta. Sin embargo declaro aquí y lo digo bien alto por si me escucha algún policía o fiscal: me declaro enemigo del estado español y amigo de ETA y de Batasuna.
Hay en el corazón humano ciertas semillas de probidad que el bien público las desarrolla, el amor a la patria las fertiliza, y las hace fructificar la ocasión de coyuntura de mirar por su adelantamiento y felicidad.
Un hombre de nobles sentimientos y probidad de actos, es aquel que exige para él lo que impone a los demás, pero nunca exige lo que él otorga.
El comportamiento ético de un hombre debería basarse con eficacia en la compasión, en la educación, y en las relaciones sociales. Las bases religiosas no son necesarias. Sin duda, el hombre estaría en mal estado si tuviera que estar atado al temor del castigo y a la esperanza de la recompensa tras la muerte.
El primer castigo del culpable es que su conciencia lo juzga y no lo absuelve nunca.
Cadena y condena Buenafuente, contigo me amarraría en una celda eternamente
El haber prolongado la extensión de la vida no conduce al villano, que por ello se hace también víctima, a un aumento de su felicidad; al contrario, le arrastra de un modo más evidente a la esencia de la existencia: el dolor, el sufrimiento, la desesperación. Sólo podrá liberarse de la condena cuando encuentre a alguien que esté dispuesto a asumir su destino.
Aún queda el recuerdo de la biblia arrojada por Atahualpa que determinaría su sentencia a muerte, y con él, el recuerdo de toda una civilización indígena obligada a aceptar la cruz y la espada como elementos de vida a seguir...
Contra la sentencia mis amigos son los mejores, oponer esta aspiración permanente Que los mejores sean mis amigos.
No soy más que un convencido soldado de lo verdadero. Si me equivoco, mis juicios están aquí, impresos, y dentro de cincuenta años se me juzgará a mí, se me podrá acusar de injusticia, de ceguera, de violencia inútil. Acepto el veredicto del porvenir.
Los jueces son personas susceptibles. Ejeee... ¿Sabéis? Se cansan, como nosotros, cuando insistes y ellos ya han tomado la decisión. Hay un momento en que... ¿Me seguís? El juez está sentado con sus asesores y el veredicto ya está allí. No le afectarán más testigos. Hemos causado ya una impresión concreta con nuestros testigos, con el interrogatorio a los testigos de la acusación.
A mí no me gusta hacer referencias a mi penosa biografía, pero yo fui condenado en sentencia firme por atentado al honor de toda la magistratura (de toda, incluida tú) por decir que en la Justicia española hay corrupción
Hasta el día de hoy no he conocido a nadie que no haya gobernado algún Estado. No hablo desde luego de los señores ministros, que gobiernan efectivamente, los unos dos o tres años, los otros seis meses y otros seis semanas; hablo de todos los demás hombres que, a la hora de cenar o en su gabinete, exponen su sistema de gobierno y reforman los ejércitos, la Iglesia, la magistratura y las finanzas.
El derecho es lo justo o ajustado a otro conforme cierta clase de igualdad
No se puede ser libre e igual. ¿Por qué? Porque si hubiera una libertad absoluta entre todos los hombres la desigualdad sería monstruosa: no todos los hombres somos igualmente fuertes, no todos los hombres somos igualmente inteligentes, no todos los hombres somos igualmente aptos para muchas cosas. (...). De manera que la igualdad y la libertad son contradictorias como término
Y ante éstas me he cuestionado si alguien se puede ganar que otro le niegue el derecho de volver a respirar. De que lo priven de todo, su futuro y sus recuerdos, por la ofensa imperdonable de que no vive de acuerdo.
Deseo que no hiciesen tanto daño a esa profesión que amo profundamente, que es la radio, pero están ahí... Hasta Satanás tiene derecho a vivir