En los bares que frecuentaba como vaquero estrella, la actitud distinguida implicaba un cierto y desafectado desdén por el cuerpo. El cuerpo era carne. Case cayó en la prisión de su propia carne.
Es curioso cómo juzgamos a los demás y no nos damos cuenta de lo miserable de nuestro desdén hasta que nos faltan, hasta que nos los quitan. Nos los quitan porque nunca han sido nuestros
El que comete un exceso, ebrio de vino, tiene el recurso de disculparse con el vino; pero quien lo comete ebrio de cólera, no tiene más recurso que la humillación
Lo que hace celoso al amante no es el afecto que siente por ella sino el miedo a la humillación pública si su querida cambiara de sentimientos hacia él.
William se preguntó porqué siempre le había caído mal la gente que decía sin ánimo de ofender. Tal vez porque les resultaba más fácil decirlo que evitar la ofensa en sí.
Yo no he sufrido ninguna ofensa personal, ni por el rey ni por el gobierno actual. No siento odio hacia Humberto de Saboya, pero odio á todos los reyes, porque ellos impiden la realización de mi ideal, la República universal.
[Un científico tendrá] Temperamento enérgico dispuesto a resolver un problema; aplicación en las tareas y una fortaleza que lo mantiene erguido ante muchas cosas que podrán haberlo tumbado; y ante todo, perseverancia, un terco rechazo a desistir y a admitir la derrota.
Su rechazo a Hamas luego de que ganara las elecciones confirma que hay una guerra de cruzados y sionistas contra los musulmanes.
Si las páginas de este libro consienten algún verso feliz, perdóneme el lector la descortesía de haberlo usurpado yo, previamente. Nuestras nadas poco difieren; es trivial y fortuita la circunstancia de que tú seas el lector de estos ejercicios, y yo su redactor.
Preferiría cometer errores con gentileza y compasión antes que obrar milagros con descortesía y dureza.
El hombre perdona algunas veces el aborrecimiento, pero jamás el menosprecio
Las acciones que ni mudan ni alteran la verdad de la historia, no hay para que escribirlas, se han de redundar en menosprecio del señor de la historia.
Hasta hoy, la literatura exaltó la inmovilidad pensativa, el éxtasis y el sueño. Nosotros queremos exaltar el movimiento agresivo, el insomnio febril, el paso ligero, el salto mortal, la bofetada y el puñetazo.
Pues hay gente por la calle que se cree que con negar el infierno ya puede vivir tranquila. Son idiotas. Menudo chasco se van a llevar en la muerte.
Me encantó hacer el papel de Eduardo Manostijeras porque no hay nada cínico, hastío ni impuro en él. Casi es un chasco mirarme en el espejo y darme cuenta de que no soy Eduardo.
La crueldad es a menudo el signo de una insatisfacción interior que anhela un narcótico; y también lo es una cierta desconsideración cruel del pensamiento.