No hay testigo tan terrible ni acusador tan potente como la conciencia que mora en el seno de cada hombre.
El dibujo dejará libres las facultades del lado derecho del cerebro, el lado que sirve para dibujar. Al aprender a dibujar, aprenderá usted a ver de un modo diferente; en palabras de Rodin, se convertirá en un confidente de la naturaleza, despertará y podrá captar el lenguaje de las formas, se expresará en ese lenguaje.
Y es que después del amigo íntimo, el perfecto desconocido es el confidente ideal.
El hombre que no piensa por sí mismo es un esclavo. Y un traidor a sí mismo y al resto de la Humanidad.
El traidor es muy diferente del tramposo: el tramposo pretende ampararse de propiedades establecidas, conquistar un territorio, e incluso instaurar un orden nuevo. El tramposo tiene mucho porvenir, pero no tiene ni el más mínimo devenir.