Mi esposa es mi más fiel y sigiloso confidente en todos mis pasos, valen más nuestras mujeres que nuestros hombres para la revolución.
Él es mi amigo más querido y el más cruel de mis rivales, mi confidente y el que me traiciona, el que me apoya y el que de mí depende; y lo más espantoso de todo: es mi igual.
A momentos me decía lo curioso que hubiera resultado para los otros pasajeros el saber que esos dos hombres, hundidos en el acolchado de cuero de los asientos, eran: uno el próximo asesino y el otro su víctima.
Es curioso ver cómo a medida que las libertades teóricas aumentan, las libertades prácticas disminuyen.