Agua pesada sale de una capilla otoñal.
Estaba en un campamento juvenil del partido a orillas del río Rímac. No me separaba ni cinco metros de este semidios y me sentía como en la capilla Sixtina. Era imponente, un vasco antiguo, blanco y con barba, con una enorme cabeza que para mí sólo podía ser sinónimo de una maciza inteligencia
Ningún poder humano puede jamás violentar el sagrario impenetrable de la libertad del corazón.
Huye de la ignorancia, huye igualmente de la ilusión. Aparta tu faz de las decepciones mundanales; desconfía de tus sentidos, porque son falsos. Pero en lo interior de tu cuerpo, en el sagrario de tus sensaciones, busca en lo impersonal al hombre eterno, y una vez lo hayas encontrado, mira hacia dentro: eres Buda.