Con frecuencia solemos caer en la trampa de considerar nuestro, frente a lo nuevo, aquello que tenemos desde hace tiempo aunque, en su origen, nos viniese tan de fuera, nos fuese tan extraño como lo nuevo de ahora.
Nada me impresiona más que los hombres que lloran -dice luder-. Nuestra cobardía nos ha hecho considerar el llanto como cosa de mujercitas. Cuando solo lloran los valientes: por ejemplo, los héroes de Homero.
Sabe con toda seguridad que la esencia de todos los Profetas de Dios es una y la misma. Su unidad es absoluta... honrar a uno más que a otro, exaltar a algunos por encima de los demás de ninguna manera es permitido
Se tiende a honrar a quien ha dedicado toda su vida a una única empresa, lo cual es justo, pero quien quema toda su vida en un fuego de artificio, que dura un instante, testimonia con mayor precisión y pureza los valores auténticos de la vida humana.
venerar la realidad sin formas, mediante pensamientos no pensados, es la mejor manera de venerar. Pero si alguien es incapaz de venerar a Dios sin darle formas, la veneración de formas es aceptable. La veneración sin formas sólo es posible para personas que se han desprendido del ego.
La dicha más hermosa del hombre que piensa es haber escrutado lo escrutable y venerar serenamente lo inescrutable.
La primera condición de la humana bondad es alguna cosa que amar; la segunda, alguna cosa que reverenciar
Casarse de nuevo no es ningún insulto a la honra del difunto; cualquier mujer puede reverenciar la memoria del marido muerto y al mismo tiempo ser feliz en compañía de un segundo esposo.
Pero a mí nada me entusiasmaba tanto como el mar, y dominado por este deseo, me negaba a acatar la voluntad, las órdenes, más bien, de mi padre y a escuchar las súplicas y ruegos de mi madre y mis amigos. Parecía que hubiese algo de fatalidad en aquella propensión natural que me encaminaba a la vida de sufrimientos y miserias que habría de llevar.
Ninguna prohibición de la Torá es tan difícil de acatar como la de las uniones prohibidas y las relaciones sexuales ilícitas
El que manda quiere que todos sean uniformes, que todos sean parecidos, porque siente que así domina y siente que así no hay nada que este fuera de su alcance. Para mí, eso es un grave error. Hay que aceptar la diversidad, hay que aceptar que el otro piense distinto, hay que aceptar que no te pude convencer. Lo que no hay que aceptar es que el otro deje de luchar y que deje de obedecer en lo mínimo indispensable que exige funcionar todos en común.
...¿cómo podrá un hombre que no ha tenido una revelación sobrenatural asegurarse de que el que declara esa ley lo ha hecho por revelación? Y ¿cómo podrá estar obligado a obedecer esas leyes?
Cualquiera que sea la definición de libertad que demos, debemos tener cuidado en observar dos requisitos: primero. que no contradiga los hechos; segundo, que sea coherente consigo misma.
Poco importa poco amor o poca vida, no es tan malo. Lo que cuenta es observar las paredes yo nací para eso. Nací para robar rosas de las avenidas de la muerte.
Al cumplir los setenta años me he puesto la siguiente regla de vida: no fumar mientras duermo, no dejar de fumar mientras estoy despierto y no fumar más de un sólo cigarro a la vez.
Creo que podemos cumplir la promesa de nuestros fundadores, la idea de que, si una persona está dispuesta a trabajar duro, no importa de dónde venga ni qué aspecto tenga... No importa que sea negro, blanco, hispano, asiático, indio americano, joven, viejo, pobre, rico, capacitado, discapacitado, gay o heterosexual; en Estados Unidos, si está dispuesto a esforzarse, puede conseguir lo que sea
Una de las principales virtudes sociales es la de tolerar en los demás lo que nos prohibimos a nosotros mismos.
Cualquiera que desee expresar significado con símbolos y palabras, con música, pintura, debe encontrar cierto placer en las tareas imposibles, poseer la voluntad de tolerar una gran frustración, un toque de quijote.
Todo idealista es un hombre cualitativo: posee un sentido de las diferencias que le permite distinguir entre lo malo que observa, y lo mejor que imagina. Los hombres sin ideales son cuantitativos; pueden apreciar el más y el menos, pero nunca distinguen lo mejor de lo peor.
Sin silencio no es posible apreciar realmente la vida, cuyas fibras más sutiles son tan delicadas como in botón de rosa.
Siempre he soñado que una manera elegante de acabar con este baile sería sentarse en una mecedora blanca con un sombrero de paja junto al Mediterráneo y guardar un silencio definitivo durante muchos años mirando el horizonte sin mover una pestaña.
A veces resulta imposible lo más decisivo, lo que más nos ha afectado, y guardar silencio es lo único que nos salva en lo malo, porque las explicaciones suenan casi siempre algo tontas respecto al daño que uno hace o le han hecho.
Se dice que no hay hombre grande para su ayuda de cámara. Eso es porque el gran hombre sólo puede ser reconocido por otro gran hombre, y el ayuda de cámara seguramente sólo sabrá estimar a sus iguales.
El espíritu de propiedad es el más fuerte aguijón que conocen los civilizados; se puede, sin exageración, estimar en un doble del trabajo servil o asalariado el producto del propietario.