El arte es eso. Es colocar en el destinatario de la obra elementos para que él recree la creación del artista. Cuando los destinatario son muchos, el artista es famoso. Cuando son pocos, el artista es menos famoso, pero no menos artista.
Como todos, pierdo mucho más que lo que gano. Entonces esa identificación del ganador de turno con los valores es una trampa, una gran trampa porque se venden valores a través de alguien que acaba de ganar. Entonces el que escucha está tironeado por dos extremos: un extremo son los valores, y el otro extremo es el triunfo. La confusión que genera es que el destinatario del mensaje cree que si aplica determinados valores va a tener éxito, y eso no es cierto, ni es conveniente ni aconsejable.
En la radio yo se lo que suena, como suena, donde suena y quien tiene que salir en todo momento
Al principio me halagaba oír que me citaban por la radio o alguien se acordaba de un poema o una línea mía, pero una cosa es la gente o el lector común y otra el gremio de los poetas y los escritores profesionales, aduladores de oficio...
A veces el poema es el objeto o don y con más evidencia pone de manifiesto ese propósito: dar luz a una palabra sin quitarle su magia o ser depositario de una visión o de un sentir, que toma cuerpo en sílabas contadas.
Me pregunto cómo es posible que persistamos en mantener tal abuso: en habilitar al tiempo como depositario de nuestra esperanza cuando es él quien se encarga de defraudarla