La confusión es nuestra, que olvidamos lo que hay de agua, de soplo y de inocencia en el fondo de cada uno de nosotros, terrestres.
Y mientras que el cuerpo está confinado a un planeta a lo largo del cual se arrastra con dolor y dificultad, el pensamiento, en un instante, puede transportarnos a las regiones más distantes del universo; o incluso más allá del universo, al caos ilimitado donde, según se cree, la naturaleza se halla en confusión total.