No soy ruiseñor, sino urraca de grito agrio que se oculta en el fondo de los bosques para no ser oída sino por ella misma.
No creemos en ninfas ni tritones. La poesía tiene que ser esto: una muchacha rodeada de espigas o no ser absolutamente nada.
Somos dos niños que a la vida echaron. muchacha -niña-, empieza a caminar.
La adulación, meretriz del vicio, debe quedar fuera de la amistad.