No puedo pedir al invierno que perdone a un rosal; no puedo pedir a los olmos que entreguen peras; no puedo pedirle lo eterno a un simple mortal, ni andar arrojando a los cerdos miles de perlas.
Reúna hombres y mujeres, hábleles despacio y con cariño, ellos empezarán a andar por sí solos. Contemple con amor el mar. Descanse el séptimo día
No quiero caminar entre locos, dijo Alicia. Oh, no puedes hacer nada, le respondió el gato, todos estamos locos aquí.
En estos libros no está el conocimiento, lo que hay en ellos son índices. Tú tienes que ser capaz de poner en práctica lo que sugieren para conocer lo que los índices indican. Tienes que caminar con tus propios pies, en la dirección que señalan, para corroborar por ti mismo y vivir el conocimiento al que se refieren.
Quien pretende llegar a un sitio determinado emprenda un solo camino y déjese de tantear muchos a un tiempo pues esto último no es caminar sino vagar
El tiempo ha llegado a ser para mí el bien supremo. Cuando veo a los hombres pasearse, vagar o malgastar el tiempo en discusiones vanas, me dan deseos de ir a una esquina a tender la mano como un mendigo: Dadme una limosna, buenas personas; dadme un poco del tiempo que perdéis, una hora, dos horas, lo que queráis.
Por Roverismo no quiero decir vagabundear sin finalidad; lo que quiero decir es hallar uno su camino por senderos con objetivo definido y teniendo una idea de las dificultades y peligros que se va a encontrar en él.
Amar apasionadamente la vida, y luego deambular implorándote compasión a ti mismo por la ausencia ilimitada nacida de tu vacío, infame jardinero de la nada, sembrador de violetas y de pus...