Cuando te apegas a los objetos, cuando los usas para justificar tu valía ante ti mismo o a ojos de los demás, la preocupación por las cosas puede adueñarse completamente de tu vida. Cuando te identificas con las cosas, no las aprecias por lo que son, porque te estás buscando en ellas.
A este rey que tenemos, don Juan Carlos, le crearon una leyenda inversa de tonto, de poco interesante, de que no tenía nada que decir, de que no se le ocurrían cosas, de que no valía la pena. Y una vez que consiguieron (Felipe González y sus gobiernos) convencernos de que el Rey no tenía nada que decir, se pusieron a grabar, a escuchar al Rey para no perderse palabra de lo que dice.
La valía de un hombre se mide por la cuantía de soledad que le es posible soportar
En el futuro el hombre tendrá que estar siempre en forma, maquillado y disponible. La competencia será terrible. Cuando, recibida la orden, ellos abandonen el despacho, ellas desde el sillón también observarán la calidad de su trasero. Y de él harán grandes proyectos.
Únicamente a quien lo ha tocado la violencia entiende en qué sociedad vive y qué calidad de personas lo rodean.
Me di cuenta que la gente sufre por un poco de dinero y que en innumerables casos son víctimas de los usureros. Así que decidí confeccionar una lista con el monto que requería cada persona en una aldea. Para mi sorpresa, la suma fue de 27 dólares. No lo podía creer
--¡Carajo! Yo con semejante despliegue monto mi campaña para la presidencia.
Un hombre es la suma de sus propias desgracias. Podría creerse que la desgracia acabará un día por menguar, pero entonces es el tiempo el que se vuelve desgracia.
Sólo quería informarle -dijo- que la confianza con que me honran los compañeros no me permite jugar con nada que no sea dinero en efectivo. Por mi parte, claro está, estoy seguro de que con su palabra basta, pero, para el buen orden del juego y de las cuentas, le ruego que coloque la suma sobre la carta.
Los impuestos sobre las cosas necesarias tienen, pues, que producir uno de estos dos efectos: empeorar la situación de las clases trabajadoras o exigir de los dueños del capital, además de la parte que a ellos les corresponde del impuesto en las cosas que consumen, el importe del mismo sobre las cosas que consumen los trabajadores.
Os permito, tolero, admito, que no os importe la República, pero no que no os importe España. El sentido de la Patria no es un mito
Los avances tecnológicos han creado un monstruo: la capacidad cada vez más rápida y exacta de copiar una obra con un coste mínimo.
No nos arriesgaremos prematura e innecesariamente al coste de una guerra nuclear a escala mundial, en la cual incluso los frutos de la victoria serían unas cenizas en nuestros labios, pero tampoco eludiremos ese peligro en cualquier momento en que haya de hacérsele frente