Todo hombre es como un cheque en blanco firmado por Dios. Nosotros mismos escribimos en él la cifra de su valor con nuestro merecimiento
¿Crees, Zoilo, que me hace dichoso una cena? Y además tuya. Al convidado que cifra su dicha en una cena contigo, Zoilo, Más le valdría cenar en la calle de Aricia.
Los hombres se fijan a sí mismos su precio, alto o bajo, según les parece, y cada uno vale el precio en que se estima. Valórate como hombre libre o esclavo, que esto no depende más que de ti
Cuando evoco mi niñez me siento incapaz de decir que fue buena o mala. Pero sé que no estaría dispuesto jamás y a ningún precio a volver a ella.