Como un panal disuélvame en dulzura, desfallezco de todo: de ternura, de claridad, del éxtasis de verte...
Ser un hombre y vivir entre hombres ya es un milagro, incluso si conocemos las vilezas y crímenes de los que somos capaces. Cada día construimos un enorme panal de millones de celdas en las que guardamos la miel de nuestros pensamientos, descubrimientos, inventos, obras y vidas.
Si queréis entregaros a Dios en el mundo, antes que sabios —ellas no hace falta que sean sabias: basta que sean discretas— habéis de ser espirituales, muy unidos al Señor por la oración: habéis de llevar un manto invisible que cubra todos y cada uno de vuestros sentidos y potencias: orar, orar y orar; expiar, expiar y expiar
Por otra parte conviene no olvidar que hay entre nosotros individuos que se llaman anarquistas sin serlo, que únicamente se proponen cubrir con un hermoso manto la manifestación de pasiones egoístas u odiosas que nada tienen que ver con la emancipación y la libertad de la multitud; mientras que fuera de nuestro campo hay individuos que son verdaderos anarquistas sin darse cuenta de ello.