Ganar delicadeza sin perder fuerza, ése es el problema.
Un atisbo de brutalidad destacaba la delicadeza de la mandíbula y la vitalidad de la sonrisa.
- ¿Cree usted que hay alguna distinción entre la ignorancia y la indiferencia?- Ni lo sé, ni me importa
No hay distinción firme entre lo real y lo irreal; ni entre lo verdadero y lo falso. Una cosa no es necesariamente o verdadera o falsa, sino que puede ser ambas: verdadera y falsa.
No, no, repito, la castidad no es una virtud, no es más que una convención que tuvo su origen en un refinamiento del libertinaje.
Los intereses materiales ¿podrán por sí solos obrar la unión duradera y feliz de los pueblos? El refinamiento de la materia y su goces ¿alcanzarán por ventura a satisfacer sus deseos y necesidades? Los pueblos ¿no viven también por el espíritu y para el espíritu? ¿No se ve en ellos otra cosa de más valía y más imperecedera que el oro?
El proletariado debe reivindicar la libertad de separación política para las colonias y naciones oprimidas por su nación. En caso contrario, el internacionalismo del proletariado quedará en un concepto huero y verbal; resultarán imposibles la confianza y la solidaridad de clase entre los obreros de la nación opresora y los de la nación oprimida.
Sólo los sabios de la clase superior y los estúpidos de las clase bajas no pueden cambiar.
El buen gusto hace bien a ciertos valores espirituales auténticos: como el propio gusto.
No conozco la sentencia, y yo hace mucho tiempo que tomé la decisión, como tantos españoles, de tener el buen gusto de no hablar de ese personaje, de Bono.
El sueño permite, sostiene, retiene y saca a luz una extrema fineza de sentimientos morales, a veces incluso metafísicos, el sentido más sutil de las relaciones humanas, de las diferencias refinadas, un sabor de alta civilización, en resumen, una lógica consciente, articulada con una delicadeza inaudita que sólo un vigilante trabajo podría conseguir.
Constituye una fineza el que Dios aprendiese griego cuando quiso hacerse escritor — y el que no lo aprendiese mejor.
El poder no es como el dinero, que cuanto más tiene uno es más rico, sino como el manjar que la falta y la demasía enflaquecen al que come, pues está claro, si la gente se irrita con las demasías, el que gobierna no puede resistir a tantos.
La mujer es un manjar digno de los dioses cuando no lo guisa el diablo.