Los radicales somos así; no siempre estamos de acuerdo, y cuando no lo estamos ponemos en nuestras luchas internas el mismo entusiasmo que ponemos con el adversario. Pero cuando se aproxima la lucha contra el adversario común, sabemos olvidar. Sabemos que ante todo somos radicales y patriotas.
La galantería es una intriga amorosa en la que queremos que el adversario nos aventaje.
En aquellas cosas humanas en que no cabe la demostración todo argumento permanece indeciso, quedando cada argumentante en la persuasión de que su antagonista no entiende de la cuestión o no quiere confesarse vencido
El hombre superior no discute ni se pelea con nadie. Sólo discute cuando es preciso aclarar alguna cosa, pero aún entonces cede el primer lugar a su antagonista vencido y sube con él a la sala; terminada la discusión, bebe con su contrincante en señal de paz. Estas son las únicas discusiones del hombre superior.