El que lucha con nosotros fortalece nuestros nervios, y acentúa nuestra habilidad. Nuestra antagonista es nuestro ayudante.
Enérgico y a veces duro en la réplica, sí, pero jamás en el agravio, nunca en la falta de respeto por el antagonista
El odio es una sombra negra y alargada. En muchos casos, ni siquiera quien lo siente sabe de dónde le viene. Es un arma de doble filo. Al mismo tiempo que herimos al contrincante nos herimos a nosotros mismos. Cuanto más grave es la herida que le infligimos, más grave es la nuestra. El odio es muy peligroso. Y, una vez que ha arraigado en nuestro corazón, extirparlo es una tarea titánica.
El hombre superior no discute ni se pelea con nadie. Sólo discute cuando es preciso aclarar alguna cosa, pero aún entonces cede el primer lugar a su antagonista vencido y sube con él a la sala; terminada la discusión, bebe con su contrincante en señal de paz. Estas son las únicas discusiones del hombre superior.
La galantería es una intriga amorosa en la que queremos que el adversario nos aventaje.
Muéstrate conciliador con tu adversario mientras compartas el camino con él, no sea que te entregue al juez, y el juez al alguacil, y seas puesto en prisión.
El ataque envolvente, o desde varios lados, sólo es posible como norma para el bando que mantiene la iniciativa, o sea, la ofensiva, y que el defensor, en el curso de la acción, no está en condiciones, como no lo está en la táctica, de devolver el golpe al enemigo cercándolo a su vez.
Mas vale tener un enemigo conocido que un amigo a la fuerza.
La diplomacia consiste, especialmente, en cómo decir no haciendo que la contraparte lo perciba como una mejor respuesta a un sí.
Los principios son claros y explícitos. El libre mercado está bien para el tercer mundo y su creciente contraparte en nuestro país. A las madres con chicos a cargo puede instruírselas firmemente acerca de la necesidad de la autosuficiencia, pero no a los ejecutivos e inversores dependientes, por favor. Para ellos debe florecer el estado benefactor
Hay que comparar cuidadosamente el ejército opositor con el propio para saber dónde la fuerza es superabundante y dónde deficiente.
El que quiere ser opositor y el que dice ser un revolucionario, todos entran y salen de esta ciudad Valiente, que en definitiva es Bendita, por su gente. Ciudad Bendita.
La competencia por alcanzar riquezas, honores, mando o cualquier otro poder lleva al antagonismo, a la enemistad y a la guerra. Porque el modo como un competidor consigue sus deseos es matando, sometiendo, suplantando o rechazando a quien compite con él.
Tu mayor competidor es lo que quieres llegar a ser.
Cuando hagas algo noble y hermoso y nadie se de cuenta, no estés triste. El amanecer es un espectáculo hermoso y sin embargo la mayor parte de la audiencia duerme todavía.
Ésta es la parte del mundo en que el piso se sigue construyendo. Los que allí nacimos tenemos una idea propia de lo que es el alma y de lo que es el cuerpo.