Un monstruo de quinientas mil cabezas, mezcla de rapiña, piratería y pillaje, la hez de los hombres y el odio y azote de Dios, nos daña con sus devastaciones en Egipto.
Como plantas criadas en la vida artificial y falsa de una estufa que de repente se sacan a la abrazadora luz del sol y al frío azote de los vientos.