Simplemente intento comprender. Nadie puede pedir perdón por la historia. Ésta es la que es y somos hijos de ella. En cualquier caso, deberían recordar otra cosa: España se fue hace 200 años de América, así que desde entonces lo han hecho solos. No podemos darnos con el látigo todo el tiempo
Para imponerse, el entrenador debe tener buenos conocimientos e inspirar confianza. No puede convertirse en un verdugo, ese error suele pagarse caro porque los grandes equipos, como las grandes empresas, se construyen con unidad y respeto mutuo, no con un látigo
Como en la playa virgen dobla el viento, el leve junco verde que dibuja un delicado círculo en la arena, así en mí tu recuerdo.
La idea superior de disciplina que llevan en la sangre esos soldados, ¿No basta para invalidar su capacidad de equidad? Quien dice disciplina dice obediencia.
La disciplina es un principio de control de la producción del discurso. Ella le fija sus límites por el juego de una identidad que tiene la forma de una reactualización permanente de las reglas.
Sé firme como una torre, cuya cúspide no se doblega jamás al embate de los tiempos.
Estaba completamente exaltado, como el hombre que ve y que camina sin hacer ningún ruido, en una ciudad de ciegos. Me entraron ganas de bromear, de asustar a la gente, de darle una palmada en la espalda a algún tipo, de tirarle el sombrero a alguien, de aprovecharme de mi extraordinaria ventaja.
Esa no es la manera como aceptamos a un campeón. No tengo problemas con que haga un espectáculo. Creo que debe mostrar más respeto a sus competidores y dar la mano, dar una palmada en el hombro después del final y no hacer gestos como el que hizo en los 100m
No vale la pena especular sobre ello, ya que el alivio aunque fue sólo un alivio comparable al que un latigazo produce en medio de una gran tensión o un relámpago a mitad de un día sofocante vino con el último cambio y se produjo con gran precipitación.
Le canta el primer cintarazo
Este es el castigo más importante del culpable; nunca ser absuelto en el tribunal de su propia conciencia.
Observo que una gran parte de la especie humana no cree en Dios y no sufre por ello ningún castigo visible. Y si hubiera un Dios, me parece muy improbable que tuviera una vanidad tan enfermiza como para sentirse ofendido por quienes dudan de su existencia
Después de cada infortunio se efectúa en nosotros como una extraña muda del alma.
Frente a las enfermedades que genera la miseria, frente a la tristeza, la angustia y el infortunio social de los pueblos, los microbios, como causas de enfermedad, son unas pobres causas.
La mentira extiende descaradamente sus alas y la verdad ha sido proscripta; las cloacas están abiertas y los hombres respiran su pestilencia como un perfume.
No llores por mí, Pensad en la pestilencia y la muerte de tantos otros
La locura, la verdadera locura, nos está haciendo mucha falta, a ver si nos cura de esta peste del sentido común que nos tiene a cada uno ahogado el propio.
Comer bien, dormir bien, ir donde se desea, permanecer donde interese, no quejarse nunca y, sobre todo, huir como de la peste de los principales monumentos de la ciudad.