A ver si con ese lanzamiento logra extirparle el gallo al umpire.
Parece evidente que, cuando la mente mira hacia delante para describir el suceso que puede resultar del lanzamiento de ese dado, considera que cada lado tiene la misma probabilidad de salir.
Es seguro que la distancia disminuye la fuerza de toda idea y que el acercamiento a cualquier objeto, aunque no se manifieste a los sentidos, opera sobre la mente con un influjo que imita al de una impresión inmediata.
El presidiario sabe perfectamente que es un prisionero, que es un réprobo, y conoce la distancia que le separa de sus superiores; pero ni estigmas ni cadenas le harán olvidar que es un hombre.
Cuando el segundo reloj del trayecto marca la misma hora que el reloj que vimos antes, nos hemos ahorrado el trayecto.
... en cuestiones de amor la mujer y el hombre somos ferrocarriles de trayecto limitado, y como la existencia es un viaje muy largo se ve uno obligado a cambiar varias veces de tren.
Empecé a dibujar por casualidad un mapa. Estaba trabajando para un cliente sobre un proyecto, un conocido vio mis bocetos y mostró su interés por comprar uno de mis trabajos. ¡Fue algo tan emocionante! Era la primera vez que alguien se interesaba en lo que hacía alejado del ordenador. Así que tomé fuerzas y emprendí mi recorrido creativo.
La felicidad es la máxima aspiración del hombre, hacia la que apuntan todos los vectores de su conducta, pero si queremos conseguirla, debemos buscarla. Además, la felicidad no supone un hallazgo al final de la existencia, sino a través de su recorrido
Estoy solo en el último tramo de la ausencia y el dolor hace horizonte en mi demencia.
Solo la gente sencilla sabe que es el amor. La gente complicada trata tanto de causar impresión que pronto agota su talento.
Entonces, se produjo un cambio de marea en el otro lado. A la derecha, donde luchaban los hombres a caballo, dio la impresión de que el ejército del rey retrocedía. La retirada llegó a convertirse en descarada huida. Fueron muchos los hombres del rey que hicieron volver a sus caballos y empezaron a alejarse del campo de batalla.
La realidad es como la piel, nadie sabe hasta donde puede ser estirada
La condesa, dando alaridos, se abalanzó sobre él con la furia de una hiena y le mordió en el pecho. El conde dio un empujón a la rabiosa mujer y la tiró al suelo, donde entregó su espíritu en medio de las convulsiones más espantosas. El conde enloqueció.
Tal vez los humanos son los cocodrilos mascota que Dios tiró por el retrete.
La realidad es como la piel, nadie sabe hasta donde puede ser estirada