Comparo mi vida con la tirada de un dado y sale cero... y yo solo espero ser mas certero
La condesa, dando alaridos, se abalanzó sobre él con la furia de una hiena y le mordió en el pecho. El conde dio un empujón a la rabiosa mujer y la tiró al suelo, donde entregó su espíritu en medio de las convulsiones más espantosas. El conde enloqueció.
No hay ningún general que no crea tener los mismos derechos al trono que yo. No hay ningún hombre influyente que no crea haber dirigido mi marcha el 18 de Brumario. Estoy obligado, pues, a ser muy severo con estos hombres. Si me familiarizase con ellos no tardarían en repartirse mi poder y el tesoro público. No me quieren, pero me temen, y eso es suficiente.
No somos gente sencilla que cree en la felicidad, ni alfeñiques que caen a tierra desolados ante el primer revés, ni escépticos que observan el esfuerzo sangriento de la marcha de la humanidad desde las alturas de una inteligencia burlesca y estéril. Creyendo en la lucha, aunque sin abrigar ninguna ilusión al respecto, estamos armados contra toda desilusión.
Comparo mi vida con la tirada de un dado y sale cero... y yo solo espero ser mas certero
Comparo mi vida con la tirada de un dado y sale cero... y yo solo espero ser mas certero