Sin perjuicio de las prácticas de los grandes Imprecadores, compadres míos, brindo esta obra a mis Iguales. Por ello y por la precedencia de los ejemplos, no quiero ninguna exaltación... ¡Que la justa inflamación de Dios aplaste a los Soberbios y a los Indecentes!
Podéis asegurar a Su Santidad que antes de sufrir la menor cosa en perjuicio de la religión o del servicio de Dios, perdería todos mis Estados y cien vidas que tuviese, pues no pienso, ni quiero ser señor de herejes... y si no se puede remediar todo como yo deseo, sin venir á las armas, estoy determinado de tomallas...
William se preguntó porqué siempre le había caído mal la gente que decía sin ánimo de ofender. Tal vez porque les resultaba más fácil decirlo que evitar la ofensa en sí.
Y ante éstas me he cuestionado si alguien se puede ganar que otro le niegue el derecho de volver a respirar. De que lo priven de todo, su futuro y sus recuerdos, por la ofensa imperdonable de que no vive de acuerdo.
Casarse de nuevo no es ningún insulto a la honra del difunto; cualquier mujer puede reverenciar la memoria del marido muerto y al mismo tiempo ser feliz en compañía de un segundo esposo.
Nuestro país es el mundo, nuestros compatriotas la humanidad. Amamos a la tierra de nuestro nacimiento, solo como amamos a otras tierras. Los intereses, derechos, y libertades de los ciudadanos americanos no son menos estimados por nosotros que aquellos que lo son para la raza humana. De esta forma no podemos permitir una apelación al patriotismo, para vengar cualquier insulto o herida nacional.
Al margen de mi prosapia y opulencia, oso decir que soy un adonis, pese a ciertos defectos, como que mido tan solo un metro y medio y peso cuarenta y cinco kilos, que ando algo desdentado, mondo y lampiño, además de un poco bizco y significativamente cojitranco. Pero hasta el sol tiene sus manchas.
Si puedo evitar que un corazón sufra, no viviré en vano; si puedo aliviar el dolor en una vida, o sanar una herida o ayudar a un petirrojo desmayado a encontrar su nido, no viviré en vano.