En tus telares, Angelita, hay tiempo, lágrima y sudor están las manos ignoradas de éste, mi pueblo creador.
En ocasiones sueño que vuelvo a ser un niño, y un helado escalofrío me recorre la espalda, se me acelera el corazón, grito en medio del sueño, me despierto bañado por un sudor angustioso.