El ruido de un beso no es tan retumbante como el de un cañón, pero su eco dura mucho más.
Aún hoy, en medio del fracaso más estrepitoso del que se tenga memoria, los responsables directos de ese fracaso, acá en 2001 y hoy en Europa, pretenden seguir dándole al mundo la misma medicina que nos dieron a nosotros
Ningún hombre puede delegar ningún derecho de dominio arbitrario sobre sí mismo; porque eso supondría esclavizarse. Llamar a un contrato así constitución o por otro nombre sonoro no altera su vaciedad y dislate
El único propósito de esta música es proveer de un fondo sonoro para las poses plásticas de Picasso
Es adagio que río que crece de súbito, crece con aguas turbias. Y el torrente estruendoso deslumbra, se despeña, salta, devasta, más no hace buenas las tierras comarcanas, como el agua serena del arroyo. El azar, como Saturno, devora a sus hijos. Los hijos de Ceres y de Jano, de la agricultura y la paz, duran más que los hijos de Saturno.
Una gran revolución no es más que un crimen estruendoso que destruye a otro crimen.
Si el paraíso terrenal fuera así igualmente ilegible el infierno sería preferible al ruidoso país que nunca rompe su silencio.
La parte más importante de la educación de un hombre es la que se da a sí mismo.
El desierto lo llevo dentro y sé que es un lugar muy romántico para otros, y entiendo por qué, ya que son paisajes muy abiertos que tienen su manera de hacerte sentir pequeño. No eres importante en el desierto.
La geología tiene una tristeza apabullante que nunca podrá sacarse de encima. Esta tristeza proviene de la idea de que el tiempo trabaja en su contra.
No hay prueba más contundente del la divinidad de Cristo que el hecho de seguir siendo tan odiado 2000 años después de su muerte.
El boxeo es una celebración de la religión perdida de la masculinidad, tanto más contundente por estar perdida.
[El LSD] Fue como abrir una puerta, realmente, y antes, uno ni siquiera sabía que esa puerta existía. Me abrió una conciencia nueva, distinta, incluso aunque estuviera, como dijo Aldous Huxley, en los maravillosos pliegues de los pantalones de gamuza gris. Desde ese mínimo concepto, hasta el hecho de que cada brizna de pasto y cada grano de arena son algo vibrante y latente.
¿Me amarás? Murmuraste. Lenta y grave vibró en mis labios la promesa suave de la dulce, la amable moabita. Y fue como un ¡amén! En ese instante el toque de oración que alzó vibrante la rítmica campana de la ermita.
En ocasiones he soñado cosas que no he olvidado nunca y que han cambiado mi modo de pensar. Han pasado por mi alma y le han dado un color nuevo, como cuando al agua se le agrega vino.
Mi canto necesita respirar: la poesía no es poesía ni la prosa es prosa. He soñado que eres la última palabra que me ha dicho Dios cuando os he visto en sueños, y se hizo el Verbo.