Desbordada, Nuestra César no se detiene en su obstinación por acumular errores. Y de hablarse, más que todos, encima. Cotidianamente.
Y cuando César Augusto cambió el Estado a una monarquía, asumió ese cargo y él de tribuno del pueblo, es decir, el poder supremo en materias de Estado y de religión.
Creyendo que en las circunstancias actuales puede contribuir a que la patria adquiera su tranquilidad el que yo deje el mando supremo del Estado, y habiendo acordado sobre este punto lo conveniente con el pueblo de Santiago reunido, he venido en abdicar la dirección suprema de Chile
Podéis hacerme abdicar de mis glorias y de mi estado, pero no de mis tristezas. ¡Todavía soy rey de mis amarguras...!
[Un científico tendrá] Temperamento enérgico dispuesto a resolver un problema; aplicación en las tareas y una fortaleza que lo mantiene erguido ante muchas cosas que podrán haberlo tumbado; y ante todo, perseverancia, un terco rechazo a desistir y a admitir la derrota.
No es necesario, para hacer desistir a quien contradice, contradecirlo a su vez; es menester instruirlo, porque no se remedia a un loco montando en furor como él.
Quien trabaja lo hace con la esperanza de ganar con ello un día la liberación de su vida, de poder en su hora dejar de trabajar y comenzar de verdad a vivir
Los ateos se ríen de ese ser superior al que se rinde culto bajo el nombre de ser supremo y reducen a polvo, una tras otra, todas las pruebas de su existencia, sin notar que ellos mismos obedecen así a su necesidad de un ser superior y que no destruyen al antiguo sino para dejar lugar a otro nuevo.
Todo nuevo conocimiento, esencialmente nuevo, nos coloca en la situación de Colón, que tuvo el valor de abandonar toda la tierra conocida hasta entonces.
Hay que abandonar el precepto tradicional de alargar la vida lo más posible. Lo que importa no es la longitud, sino la calidad. Alargar una vida desgraciada, de dolor, es cruel.
Como educadores sólo podemos ser optimistas. Con pesimismo se puede escribir contra la educación, pero el optimismo es necesario para ejercerla. Los pesimistas pueden ser buenos domadores, pero no buenos maestros... La educación es un acto de coraje; cobardes y recelosos, abstenerse
No creer en Dios es mucho más difícil de lo que se piensa. Para seguir haciéndolo es necesario abstenerse de mirar la Naturaleza y de reflexionar sobre lo que vemos.
Para que pueda trabarse una verdadera amistad, es preciso prescindir de la superioridad que puedan otorgar la edad, los honores, las riquezas o el poder. El único motivo que nos debe incitar a la amistad es la búsqueda de las virtudes y el mutuo perfeccionamiento.
Cuando una chica va a una fiesta, siempre aparecen esos tipos con la sonrisa de qué-guapo-soy-ninguna-se-me-puede-resistir. Una chica puede prescindir olímpicamente de estos chicos. Sin embargo, aquéllos de gafas gruesas que se esconden tímidamente en las esquinas, éstos resultan irresistibles para las chicas.
Su sustento sólo consistía en verduras del huerto y leche de su vaca, muy escasa durante el invierno, época en la que sus dueños apenas podían alimentarla. Creo que a menudo pasaban mucha hambre, en especial los jóvenes, pues en varias ocasiones los vi privarse de su propia comida para dársela al anciano. Este gesto de bondad me conmovió mucho.
Resulta tan ridículo decir que la castidad es una virtud como afirmar que lo sería privarse de comer.
La fusión de los blancos con negros produce una degradación a la que ningún amante de su país, ningún amante de la excelencia en el carácter humano, puede inocentemente consentir
Después de tantas batallas, de tan felices y gloriosos esfuerzos, antes que deje el sol de alumbrarnos para siempre, que consentir que se establezca en América un centro, una corona
El deseo de ser recompensado por la creatividad de uno no justifica privar al mundo en general de toda o parte de esa creatividad.
Los hombres pasan y se terminan; las ideas se eternizan en la conciencia de las generaciones. Se puede a veces maniatar y hasta privar de la vida de los periodistas; pero siempre que esto sucede surgen otros hombres nuevos que ligados a la idea primitiva van haciendo una gigantesca cadena de pensamientos que al fin termina por ahogar toda actitud que no está fundada en la libertad, en el bien de la república, y en los imperativos categóricos de la moral, los cuales pueden ciertamente oscurecerse por mucho tiempo, pero no eternamente.
Ser débil es rehusar de ti mismo
Inventariar perpetuamente lo que se es Es, renegar constantemente de sí y refugiarse en una esfera en que no se es ya nada más que una pura y libre mirada
Ser un rebelde no es ser punk, ser un rebelde no es copiar a los gringos, ser rebelde no es vestirse de negro, ser rebelde es renegar de la televisión.
Qué difícil, qué extremadamente difícil para el alma separarse de su cuerpo el mundo: de montañas, mares, ciudades, gente. El alma es un pulpo y ésos son sus tentáculos... Ninguna fuerza sobre la tierra es tan imperialista como el alma humana. Ocupa y a su vez es ocupada, pero siempre considera demasiado estrecho su imperio. Sofocándose, desea conquistar el mundo para respirar libremente.
Los métodos y medios no pueden separarse del objetivo final.
El signo más alarmante del estado de nuestra sociedad ahora es que nuestros dirigentes tienen el valor de sacrificar las vidas de los jóvenes en la guerra, pero no tienen la valentía de decirnos que debemos ser menos codiciosos.
La plegaria es la primera y la última lección para aprender el noble y bravío arte de sacrificar el ser en los variados senderos de la vida.
Descubrí que no soy disciplinado por virtud, sino como reacción contra mi negligencia; que parezco generoso por encubrir mi mezquindad, que me paso de prudente por mal pensado, que soy conciliador para no sucumbir a mis cóleras reprimidas, que sólo soy puntual para que no se sepa cuan poco me importa el tiempo ajeno. Descubrí, en fin, que el amor no es un estado del alma sino un signo del zodiaco.
El mayor error es sucumbir al abatimiento; todos los demás errores pueden repararse, éste no.
Vivimos en un mundo de aterradores descontados: se da por descontado que una persona se comportará así, por descontado que le interesará aquello. Nadie piensa en los descontados. ¿No es sorprendente? En la sociedad de la información, nadie piensa. Esperábamos desterrar el papel pero, en realidad, desterramos el pensamiento.
Me avergüenzo de esos filósofos que no quieren desterrar ningún vicio si no está castigado por el juez.
Ya vienen, Taranta Babú, los que han sido enviados a morir y matar, y el día en que regresen sus cruces de hojalata prendidas sobre sus ensangrentados vendajes en la grande y justa Roma subirán las acciones y las obligaciones y detrás de los que se fueron nuestros nuevos amos vendrán a despojar a nuestros muertos...
De los más viles crímenes que se pueden cometer, es el de despojar de la esperanza a un ser humano.
Simplificar nuestra vida, desechar lo que nos sobra, vivir sobriamente, eso es saber vivir.
El decrecimiento, al igual que promueve el reciclaje de desechos materiales, también debe interesarse por la rehabilitación de los excluídos. Y si el mejor reciclaje consiste en desechar menos, la mejor forma de rehabilitación social consiste en evitar la exclusión.
Recuerdo que el amor era una blanda furia no expresable en palabras. Y mismamente recuerdo que el amor era una fiera lentísima: mordía con sus colmillos de azúcar y endulzaba el muñón al desprender el brazo. Eso sí lo recuerdo.
Un hombre no es un hacha. No es una condenada herramienta que corta, tala y destroza todo el día. Las cosas le llegan. Hay cosas que no puede desprender porque las lleva dentro.
Quien no es capaz de desprenderse de un tesoro en un momento de necesidad es como un esclavo encadenado
Y no logrará desprenderse jamás de su tosquedad y su ignorancia. Le he hecho todavía más vil de lo que su miserable padre quiso hacerme a mí. Le he acostumbrado a despreciar cuanto no es brutal, y llega al extremo de vanagloriarse de su rudeza.
En ese mismo momento, cuando en verdad podíamos decir: Vano es el socorro del hombre, quiso Dios, para nuestra grande y dulcísima sorpresa, abatir la furia del mal, y al declinar la malignidad de éste, y aunque aún había un número infinito de enfermos, cada vez fueron muriendo menos.