Nuestro mayor placer consiste en que se nos admire, y los demás no se prestan sino muy difícilmente a admirarnos, aunque su admiración nos parezca siempre justificada. Así resulta que el hombre más feliz es el que, no importa cómo, llega a admirarse sinceramante a sí mismo. Y mejor aún si sabe encontrar admiración en todo lo que los demás dicen de él.
Cuanto más próximas son las abstracciones a un ordenador dado, mas fácil le resulta al ingeniero o técnico de implantación del lenguaje la elección de la forma de representación, y más alta es la probabilidad de que una elección única sea adecuada para todas (o casi todas) las aplicaciones posibles.