Ningún ángel visitante, ningún explorador de otro planeta, hubiera podido sospechar que en este orbe suave proliferaban las alimañas, unas bestias incipientemente angélicas que se torturaban a sí mismas y dominaban el mundo.
La lucha ha empezado. Mi mirada no se aparta de ti. Entre la hierba, bajo mis pies, incluso una brisa suave es tempestad.