Si ninguno pudiera intercambiar, si todo hombre estuviera forzado a ser completamente autosuficiente, es obvio que la mayoría de nosotros se moriría de hambre, y el resto escasamente podría mantenerse en vida. El intercambio es la sangre vital, no sólo de nuestra economía, sino de la civilización misma.
Damos el nombre de información al contenido de lo que es objeto de intercambio con el mundo externo, mientras nos ajustamos a él y hacemos que se acomode a nosotros.
Los conejos son animales muy apropiados para que los críe la familia autárquica. Pueden alimentarse mayormente con malas hierbas, que de otro modo se desperdiciarían y en cambio constituyen un pienso excelente para los conejos.
Mi madre es restauradora, repara cosas rotas. Yo no hago eso. Yo destruyo cosas. No me muevo en una línea recta. Tengo que destruir, reconstruir y destruir de nuevo. Mi ritmo no es el mismo. Mi madre se movía en una línea recta: en cambio yo voy de un extremo al otro.
El pánico terminó por desaparecer y los gritos de la mujer herida se confundieron con el rumor del tráfico cotidiano.
Yo trafico con lenguas vivas y muertas, con el fin de enriquecer nuestro idioma.
...es lo que decimos cuando no queremos mostrar nuestra debilidad, decimos, Bien, aunque nos estemos muriendo, a esto le llama el vulgo hacer de tripas corazón, fenómeno de conversión visceral que sólo en la especie humana ha sido observado.
Una de las cosas que detesto del periodismo de hoy es su conversión en negocio. No digo que el periodismo no deba ser negocio, desde luego; me refiero a que es lícito hacer negocio con el periodismo, pero no es lícito convertir al periodismo en negocio, simular que se hace periodismo para hacer negocio