La verdad no es una ramera que se arroje al cuello de quien no la desea; al contrario, es una beldad tan desdeñosa, que aunque le sacrifiquemos todo nunca podremos estar seguros de sus favores
Las barras y las estrellas se adueñan de mi bandera, y nuestra libertad no es otra cosa que una ramera
Soy una prostituta y me pagan muy bien por los rascacielos.
La carne despierta, siente los barrotes de su prisión. De noche una prostituta borracha camina por una calle obscura, sembrando los fragmentos de una canción como si fueran pétalos.