Quién me refleja sino tú misma me veo tan poco sin ti no veo más que una planicie desierta.
Catalina sabía el argumento de la sábana rota por amor, me soplaba la letra con su aliento y nos iba surgiendo esta canción.
Hay una apariencia propia de este mundo. A menudo hay sueños. A veces hay que retirar la sábana de la cama y descubrir los cuerpos que se aman.
Desde entonces, el recuerdo de León fue como el centro de su hastío; chisporroteaba en él más fuerte que en una estepa de Rusia, un fuego de viajeros abandonado en la nieve.
Tengo miedo de mirar mi dolor. No vaya a ser que me quede demasiado grande. Prefiero calzar mi deber como una valentía de espuelas e hincando mi pereza, que quisiera morir cobardemente, andar con frente firme ante la pampa yerma del dolor de los otros. Sólo así quiero merecer.
Una vuelta por cualquier barrio de México, por cualquier campo de Perú, por la pampa rubia, y verán que la miseria, el hambre y sobre todo la incultura siguen siendo las mismas
Es cierto que la cuestión política no penetra profundamente en los detalles de la guerra; no se colocan los centinelas, no se conducen las patrullas según las consideraciones políticas. Pero la influencia del elemento político es tanto mayor, cuando se hace el plan de toda la guerra, de la campaña y a menudo también de una batalla.
La campana del templo para de sonar y brilla. ¡Ah! La luciérnaga.
Una esperanza un huerto un páramo una migaja entre dos hambres el amor es campo minado un jubileo de la sangrecáliz y musgo, cruz y sésamo pobre bisagra entre voraces el amor es un sueño abierto un centro con pocas filiales un todo al borde de la nada fogata que será ceniza
Los negros del Ajax... Eso parecía el Congo, dicho con todos los respetos. Mirabas a un lado y había cuatro negros calentando, mirabas a otro y había cinco y en el campo otros tres.
Ya alegra la campiña la fresca primavera; el bosque y la pradera renuevan su verdor. Con silbo de las ramas los árboles vecinos acompañan los trinos del dulce ruiseñor. Este es el tiempo, Silvio, el tiempo del amor.
En la pradera yo me quiero quedar, con el murmullo del agua que va, por los arroyos sin parar de cantar, cuando hay viento nos vamos todos a bailar.