El sol no había nacido todavía. Hubiera sido imposible distinguir el mar del cielo, excepto por los mil pliegues ligeros de las ondas que le hacían semejarse a una tela arrugada
La reina de Prusia es realmente encantadora; coquetea mucho conmigo, pero no sientas celos; soy una tela encerada sobre la cual todo esto no hace sino resbalar. revolución francesa
Ver en acción a un carácter como ése -se decía-, a una pequeña pero auténtica y apasionada fuerza, es una de las más sabrosas delicias de la naturaleza, mejor que la más bella obra de arte, mejor que un bajorrelieve helénico, mejor que un cuadro de Ticiano, mejor que una catedral gótica.
Un cuadro toma vida ante la presencia de un espectador sensible, en cuya conciencia se desarrolla y crece.
Sólo podía comunicar mi inquietud a la tela. Y por eso la volcaba íntegra en ella. ¡La tela que muchas veces no era más que una vieja tapa de cartón!
El sol no había nacido todavía. Hubiera sido imposible distinguir el mar del cielo, excepto por los mil pliegues ligeros de las ondas que le hacían semejarse a una tela arrugada