Aprender nunca es vergonzoso para un maestro cuando las cosas a saber son útiles.
Como nada es más hermoso que conocer la verdad, nada es más vergonzoso que aprobar la mentira y tomarla por verdad
Es hombre innoble el que no sabe morir. Yo le he sabido desde los quince años
Veamos ahora el desorden, lo que las gentes sensatas llaman desorden. Es la protesta del pueblo contra el innoble orden presente, la protesta para romper las cadenas, destruir los obstáculos y marchar luchando hacia un provenir mejor. El desorden es el timbre más glorioso que la humanidad tiene en su historia.
La esclavitud más denigrante es la de ser esclavo de uno mismo.
Es humillante que una persona que da patadas a un balón gane más que un profesor de colegio
No deja de ser humillante para una persona de ingenio, saber que no hay tonto que no le pueda enseñar algo.
Cualquiera que ha sido acostumbrado a cuidar de la vida de cualquier criatura viviente tiene una posibilidad insignificante de arribar a la idea de que la vida humana es despreciable
Es inútil, no tiene sentido, incluso es despreciable dar por perdida a la humanidad.
Clara, bella y perfumada, era una tarde serena, de esas tardes en que el cielo todas sus galas ostenta, en que la brisa y la flor nos hablan con voz secreta, en que las bellas inspiran, en que medita el poeta, en que el infame se esconde, en que el pueblo se recrea.
Cuando los nazis sacaron a el judaísmo de la cultura lo que les quedaba era un esqueleto raquítico infame que no representaba era nada
Sólo quien está seguro de no quebrarse cuando el mundo se muestra demasiado estúpido o demasiado abyecto para lo que él le ofrece; sólo quien frente a todo esto es capaz de responder con un sin embargo; sólo un hombre de esta forma construido tiene vocación para la política
Mercaderes e industriales no deben ser admitidos a la ciudadanía, porque su género de vida es abyecto y contrario a la virtud.
Lo más ofensivo que pueda lanzarte a la cara tu peor enemigo no se compara con lo que tus amigos más íntimos hablan de ti a tus espaldas.
La habitual indiferencia de que alardeaban los detectives de homicidios quedaba superada por la emoción del momento. Me sorprendió su apasionamiento. No comprendía exactamente si aquella atrocidad por sí sola había conmovido sus sentimientos o si la naturaleza religiosa del ofensivo objeto contribuía a su reacción.
La belleza es un hiriente estremecimiento del corazón, una vida plena en el alma, y una locura de amor que hace flotar al espíritu en su éter hasta hacerlo abrazar los cielos.
Señor, tenemos la costumbre de acostumbrarnos a todo. Aun lo más hiriente se nos oxida. Quisiéramos una sensibilidad no cauterizada, para maravillarnos y sublevarnos. Señor, que no nos acostumbremos a ver injusticias, sin que se nos encienda la ira, y la actuación.