He practicado mucho últimamente la pintura abstracta, extremadamente abstracta, sin pincel, sin pintura, sin lienzo. Sólo la pienso.
Alonso es el mejor piloto de la parrilla, pero la disputa con Massa será una carrera de fondo. Felipe puede combatir a Alonso, pero será más difícil que con Raikkonen. Son dos latinos y entre ellos habrá más roces que si fueran finlandés, aunque creo que todo va a salir bien porque ambos son extremadamente competitivos
Por bien que uno hable, si habla en demasía acabará diciendo alguna necedad.
El mundo ha honrado en demasía a los críticos, y los ha tomado por hombres de mucho mayor empaque del que realmente tienen.
Resolví alejarme de la sobreprotección materna, salir de un ambiente exageradamente católico y de esa cosa social y extraña que ha caracterizado a la sociedad bogotana.
La única forma de expiarse por estar de vez en cuando exageradamente vestido es ser siempre exageradamente educado
La vida cotidiana, en apariencia previsible, desmedidamente familiar, es la que encierra la posibilidad de los grandes descubrimientos que rompen con la costumbre.
Estar enamorado significa exagerar desmesuradamente la diferencia entre una mujer y otra.
Y, por un instante, ella miró aquellos dulces ojos azules, y supo, con una instintiva certeza animal, que los desmesuradamente ricos ya no tenían nada de humanos.
La inquisición, como es sabido, es una invención admirable y sumamente cristiana para hacer al papa y a los monjes más poderosos y para convertir en hipócrita a todo un reino.
Los hombres son religiosos no tanto en cuanto se creen muy imperfectos sino en cuanto se creen enfermos. Cualquier persona medianamente decente se considerará sumamente imperfecta; pero el hombre religioso se considera miserable.
Vernos a nosotros mismos como los demás nos ven es un don en extremo conveniente.
En cualquier comunidad donde los bienes se poseen por separado, el individuo necesita para su tranquilidad mental poseer una parte de bienes tan grande como la porción que tienen otros con los cuales está acostumbrado a clasificarse; y es en extremo agradable poseer algo más que ellos.
Sólo en términos de asignación de recursos de tiempo, la religión no es muy eficiente. Hay mucho más que podría hacer en una mañana de domingo
Percibir la esencia de todo nos hace comprender, clasificar y describir al mundo, en términos completamente nuevos; en términos mucho más incitantes y sofisticados.
Pero de todos modos, y como decía Monsieur Masseras, redactor en jefe del periódico publicado en México en francés, L'Ere Nouvelle, esa desafortunada nación no esperaba sino una sola cosa: un gobierno de orden, de organización y prosperidad, tres palabras, agregaba el periodista, que referidas a México, terreno proverbial de revoluciones y contrarrevoluciones, resultaban por demás irónicas.
Cosa por demás sabida es que el esperar no agrada, pero el que más se apresura no es el que más trecho avanza, que para hacer ciertas cosas se requiere tiempo y calma.
El corazón es un infinito de pesadísimas cadenas, encadenando puñaditos de aire.
Desgraciado del que se desorientara en el laberinto infinito de las grutas paralelas y ramificadas que suben y bajan; tendría que tomar la resolución de sentarse sobre un banco de estalagmitas, y contemplar cómo su antorcha se apagaba lentamente, lo mismo que su vida, si tenía bastante resignación para no morir desesperado.
Cuando me pongo a pensar en todo este panorama, me doy cuenta de que he sido un ser muy afortunado y con infinidad de bendiciones de Dios, empezando por unos padres magníficos y ahora con una familia de la que me siento inmensamente orgulloso.
Siempre me animo inmensamente si un ataque es particularmente hiriente porque pienso, bien, si a uno le atacan personalmente quiere decir que ya no les queda ni un solo argumento político
Confieso que tengo una ambición, una sola y gran ambición personal: quisiera que el nombre de Evita figurase alguna vez en la historia de mi patria. Y me sentiría debidamente, sobradamente compensada si la nota terminase de esta manera: De aquella mujer sólo sabemos que el pueblo la llamaba, cariñosamente, Evita
Para juzgar sobradamente debemos conocer cómo aprecian las cosas los ignorantes.
Las doctrinas del nazifascismo, el comunismo, el nacionalismo, etc., son manifestaciones idiotas; mas quienes creen en ellas logran caldear enormemente sus corazones a través de estas creencias; y esta excitación inmediata les hace olvidar los desastres a largo plazo que son la concecuencia inevitable de semejantes creencias.
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